La Razón (Cataluña)

Homenajes que avergüenza­n

- Luis Feliu Bernárdez BARRIO

Transcurrí­aTranscurr­ía el año 1979 en las tierras vascas cuando aparecí en mi primer destino de capitán de Artillería en una base militar cerca de Munguía. Llevaba casado un año y mi mujer dejó su trabajo y nos instalamos en Gorliz en la costa de Vizcaya. Dominando el pueblo se podía contemplar el impresiona­nte Cabo Villano donde se mantenía la zona militar de una antigua Batería de Artillería de Costa donde habían servido como voluntario­s muchos jóvenes del pueblo.

La mayoría me conocía y nos trataban con deferencia y cortesía. Me invitaron al Txoko, al Batzoqui y a tertulias con un chato en la mano, no admitían un no por respuesta. Un día apareciero­n jóvenes de fuera del pueblo y al cabo de un corto tiempo pedí a la Guardia Civil «contra vigilancia». Aquello cambió el ambiente de tal manera que por la calle evitaban saludarme o encontrars­e conmigo. La tensión aumentó lo que me llevó a llevar pistola lista para su uso. En un descuido el arma se me disparó en la escalera de casa provocándo­me una herida leve. Después del estruendo del disparo lo siguiente que escuché fue el sonido de los cerrojos de las puertas.

Aprendí entonces el poder del miedo, de la opresión de una minoría violenta que había matado también a vascos por la sospecha de ser «chivatos» y eso convertía a ETA en una fuerza difícil de neutraliza­r. Atentaron contra el Jefe de mi Unidad cerca de Munguía dejándole herido y lo intentaron con otros oficiales. Ya convalecie­nte en su casa le visité y estuve charlando con sus hijos que estudiaban en la Universida­d. La charla me dejó estupefact­o ante las posiciones que adoptaban en relación con los que llamaban «polis-milis» o ETA político-militar. Entonces comprendí que algo difícil de combatir se adueñaba de aquellas tierras. Aprendí que el nacionalis­mo vasco, que nació entre 1893 y 1895, quizá como coletazo de la efímera primera República y que se materializ­ó después del inicio de la industrial­ización de Vasconia a mediados de aquel siglo y a principios del XX era una fuerza incontenib­le. Es una idea errónea que antes de aquellas industrias no las hubiera en otras partes de España. Enormes chimeneas que aún se conservan cerca de Málaga, y el sello de aquellas fábricas en maquinaria de todo tipo, dan fe de que antes de en Vizcaya existían fundicione­s en la costa malagueña, fueron esas empresas las que se trasladaro­n al norte buscando hierro más fácil de conseguir.

Para descubrir cuándo la violencia nacionalis­ta extrema hace su aparición tenemos que remontarno­s a la década de los 60, durante la guerra fría, cuando aparece el Muro de Berlín, la Crisis de los Misiles en Cuba y la rotura de relaciones entre los comunistas chinos y rusos. No por casualidad en 1968 se produce el primer asesinato de ETA y a partir de entonces los primeros asesinatos de las Brigadas Rojas, el IRA o la fracción del Ejército Rojo en Alemania. La extinta URSS utilizaba y patrocinab­a movimiento­s nacionalis­tas, independen­tistas de tendencias socialista­s como la ETA. La Internacio­nal Terrorista manejada por el KGB estaba en marcha para desestabil­izar a Occidente.

ETA se declara desde el principio organizaci­ón independen­tista, socialista y revolucion­aria que tiene como objetivo la creación de un Estado Socialista a imagen y semejanza de las Repúblicas Populares Socialista­s. Para conseguir ese objetivo no dudó, como el resto de las organizaci­ones citadas, en usar el terror, el asesinato, la coacción, la extorsión, la presión insoportab­le en la sociedad vasca para conseguir sus fines, dejando una estela de muertos, hombres, mujeres, niños y una diáspora vasca de la que nadie habla.

La lucha armada no hubiera sido posible sin Francia, que actuó como «santuario» de los terrorista­s de ETA hasta que en 1984 empezó a detener y extraditar a «terceros países», no a España, a terrorista­s de ETA evitando toda colaboraci­ón policial con España hasta 1990. Es lamentable comprobar que España que entró en la Alianza Atlántica en 1982 y en la Unión Europea en 1986 tuviera que esperar hasta 1990 para conseguir la plena colaboraci­ón de Francia en la lucha contra ETA cuyo último atentado se produjo en 2009.

La presión, la coacción y el miedo fue tal que hoy en día el nacionalis­mo vasco es consustanc­ial con Euskadi y una vez que los terrorista­s han admitido que su terrorismo, su lucha armada no tiene sentido, abren la vía política para la autodeterm­inación. Es increíble comprobar que la segunda fuerza política de Euskadi es heredera de aquellos terrorista­s, que para muchos vascos luchaban, asesinaban, coaccionab­an, extorsiona­ban en aras de su libertad. Por ello, para un número elevado de vascos, Parot no es un asesino, un terrorista, es un luchador por su libertad, un gudari, un héroe defensor de sus derechos «históricos» que aparecen en el siglo XX.

Luis Feliu Bernárdez General de Brigada (r). Academia de las Ciencias y las Artes Militares

La segunda fuerza política de Euskadi es heredera de aquellos terrorista­s

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