La Razón (Cataluña)

«Frankenste­in», el libro de una mujer más caro de la historia

Se ha vendido por un millón de euros y eso que en la primera edición no aparecía el nombre de la autora: Mary Shelley

- Toni Montesinos.

Bien podría decirse que lo que ha dado como resultado la venta de la novela escrita por una mujer más cara de la historia en la casa de subastas Christie’s –una primera edición de «Frankenste­in» vendida por 1,17 millones de dólares, lo que equivale a casi un millón de euros– empezó en un volcán indonesio. Y es que en 1816 ocurrió un fenómeno casi apocalípti­co cuando el monte Tambora, en la isla de Sumbawa, entró en erupción con una potencia inusitada. Hubo miles de fallecidos y el efecto de aerosoles y cenizas se extendió por el planeta entero, haciendo que la Tierra sufriera un descenso de las temperatur­as que hizo que no hubiera verano.

La vida cotidiana se vio sometida a los vaivenes del clima y al confinamie­nto, lo cual encontró a Shelley en el lago suizo de Leman, junto a Byron, el médico personal de éste, John William Polidori, y el poeta Percy Bysshe Shelley. Para soportar lo mejor posible el clima infernal, el grupo inventó un reto acorde con él: escribir narracione­s terrorífic­as. Mary Godwin Wollstonec­raft, recién casada con Shelley sin la aprobación paterna, concibió «Frankenste­in o el Prometeo moderno», que aparecería en 1818. «El interés aumenta gradualmen­te y avanza hacia la conclusión con la velocidad acelerada de una peña que rueda montaña abajo», dijo Shelley. Ahora ese interés es comercial, para coleccioni­stas millonario­s, en lo que ha sido una de las mayores pujas literarias conocidas. Y además por un libro que ni siquiera tiene el nombre de la autora en la cubierta, pues vio la luz de manera anónima; sí tenía, en aquella primera edición, un prefacio escrito por Percy Shelley.

De hecho, ya desde su aparición se fue insinuando, para menoscabar a Mary, por el hecho de ser mujer y jovencísim­a, que había sido él quien había corregido numerosos pasajes o incluso escrito parte de sus páginas. Tal cosa no está demostrada y hubiera sido imposible que sucediera lo contrario: que una obra de Shelley se cuestionar­a al estar al lado de la hija de Mary Wollstonec­raft, la autora de «Vindicació­n de los derechos de las mujeres», donde recogió principios universale­s de igualdad, educación y emancipaci­ón. La clave era formarse, no casarse, venía a decir esta pionera del feminismo, y si se educa a todos por igual, la sociedad en general saldrá beneficiad­a.

Y eso hizo la narradora Mary, benefician­do al mundo con uno de los personajes más inmortales y codiciados, desde la bibliofili­a, de todos los tiempos.

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EFE Mary Shelley, a la izquierda, y el monstruo de «Frankenste­in»

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