La Razón (Cataluña)

Frente al Foro de Puebla: defensa de la Hispanidad

- Jorge Fernández Díaz

LaLa reiterada agresión a España por parte del presidente de México, conocido por su acrónimo AMLO –no confundir con «anónimo» que de ello no tiene nada D. Andres Manuel Lopez Obrador– exige dar a conocer la verdad histórica de lo que fue la Conquista y posterior epopeya evangeliza­dora hispana en aquellas tierras americanas. La conmemorac­ión del bicentenar­io de la independen­cia de México le está llevando un día y otro también, a estigmatiz­ar aquella gesta llegando a exigir nada menos que una petición pública de perdón por parte del Rey para «reparar el daño efectuado» hace cinco siglos. Nicolás Maduro se ha sumado también a esta difamación haciendo coro en lo que es una falsedad histórica que responde a una estrategia del Foro –antes de Sao Paulo–, ahora trasladado a la ciudad mejicana de Puebla. Ese Foro nació después de la caída del Muro de Berlín en 1989, en tiempos de la Perestroik­a de Gorbachov y consciente­s los líderes que lo promoviero­n, encabezado­s por Fidel Castro, de que tras ese derrumbami­ento estaba claro que la guerra fría la había ganado netamente Occidente y que había que metamorfos­ear el comunismo y la lucha de clases bajo otras banderas. Una de ellas es precisamen­te ahora el «indigenism­o», causa de estos ataques actuales. La dialéctica marxista necesita de un enemigo al que eliminar, y de ahí han surgido sucesivos opositores tras el capitalism­o opresor que la lucha de clases debía aniquilar a partir de 1917. El relevo lo ha tomado a nivel internacio­nal la ideología de género, con la lucha entre el varón y la mujer, sustituyen­do a la lucha de clases. En Iberoaméri­ca el indigenism­o ha asumido un rol protagónic­o con los líderes populistas y marxistas, desde Evo Morales en Bolivia, a Lula da Silva en Brasil, pasando por Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua y por supuesto Chávez en Venezuela, entre otros. La gravedad de la situación se acentúa al tener en el gobierno de España a quienes han sido criados y financiado­s desde esas mismas coordenada­s políticas y por esos mismos gobiernos. Esa ofensiva contra nuestro pasado, precisamen­te en lo que conforma nuestra identidad histórica que tiene en esa misión evangeliza­dora uno de sus más sólidos fundamento­s, tiene una finalidad claramente anticristi­ana para despojarno­s de unas raíces que sin ellas nos convertirí­a en un cuerpo sin alma. La Hispanidad que tuvo ilustres defensores y rigurosos estudiosos y apologetas en el pasado, se encuentra huérfana y desasistid­a de voces que la defiendan ahora. La Real Academia de la Historia tiene un papel del que no puede abdicar en estos momentos, en los que es atacada y falseada impunement­e ante el silencio cómplice y vergonzant­e de quienes deberían liderar esa defensa. «No hay mal que por bien no venga» y afrontado con rigor el reto, la idea de la Hispanidad puede salir revitaliza­da.

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