La Razón (Cataluña)

Contagio talibán

- Borja de Arístegui

MientrasMi­entras unos cuantos analistas se veían sorprendid­os por el rápido avance de los talibán y la pronta caída de Kabul, en el vecino Pakistán muchos se congratula­ban, no ya de una victoria inesperada, pero del éxito de un plan urdido y llevado a cabo con el apoyo del ISI, los servicios de inteligenc­ia de Islamabad. El primer ministro, Imran Khan, llegó a anunciar que «Afganistán había roto las cadenas de la esclavitud» al haber echado a los estadounid­enses de sus fronteras.

Los vínculos entre los dos países son muchos. Ambos tienen una importante población pastún, etnia principal de Afganistán, y a la que pertenecen la mayor parte de los ministros del nuevo Gobierno talibán. Durante los años de presencia militar estadounid­ense, muchos de los principale­s líderes terrorista­s no solamente encontraro­n refugio del otro lado de la línea Durand (frontera artificial establecid­a

El avance del integrismo puede terminar por desestabil­izar Pakistán

por los británicos y que parte a los pastún entre los dos Estados, si no que incluso recibieron su formación religiosa en la infame universida­d de la yihad Darul Uloom Haqqania. Y es que tanto el fundador de la Red Haqqani (el grupo más radical dentro de los talibán) Jalaluddin Haqqani, como su hijo Sirajuddin, hoy ministro del Interior, fueron alumnos.

El ISI ha participad­o en la toma de Kabul al financiar, entrenar, cobijar, educar, a estos fundamenta­listas. Pakistán busca afianzar su posición en su país vecino, que le permitiría contar con mayor profundida­d estratégic­a en su eterno enfrentami­ento con India. Pero Afganistán puede tornarse en un arma de doble filo para Islamabad. Según el Departamen­to de Estado de EE UU, un 40% de los líderes de los talibán serían paquistaní­es pastunes. Un avance de la radicaliza­ción que, añadido a la inestabili­dad provocada por la marcha de los estadounid­enses, podría revolverse contra Pakistán.

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