Contagio talibán
MientrasMientras unos cuantos analistas se veían sorprendidos por el rápido avance de los talibán y la pronta caída de Kabul, en el vecino Pakistán muchos se congratulaban, no ya de una victoria inesperada, pero del éxito de un plan urdido y llevado a cabo con el apoyo del ISI, los servicios de inteligencia de Islamabad. El primer ministro, Imran Khan, llegó a anunciar que «Afganistán había roto las cadenas de la esclavitud» al haber echado a los estadounidenses de sus fronteras.
Los vínculos entre los dos países son muchos. Ambos tienen una importante población pastún, etnia principal de Afganistán, y a la que pertenecen la mayor parte de los ministros del nuevo Gobierno talibán. Durante los años de presencia militar estadounidense, muchos de los principales líderes terroristas no solamente encontraron refugio del otro lado de la línea Durand (frontera artificial establecida
El avance del integrismo puede terminar por desestabilizar Pakistán
por los británicos y que parte a los pastún entre los dos Estados, si no que incluso recibieron su formación religiosa en la infame universidad de la yihad Darul Uloom Haqqania. Y es que tanto el fundador de la Red Haqqani (el grupo más radical dentro de los talibán) Jalaluddin Haqqani, como su hijo Sirajuddin, hoy ministro del Interior, fueron alumnos.
El ISI ha participado en la toma de Kabul al financiar, entrenar, cobijar, educar, a estos fundamentalistas. Pakistán busca afianzar su posición en su país vecino, que le permitiría contar con mayor profundidad estratégica en su eterno enfrentamiento con India. Pero Afganistán puede tornarse en un arma de doble filo para Islamabad. Según el Departamento de Estado de EE UU, un 40% de los líderes de los talibán serían paquistaníes pastunes. Un avance de la radicalización que, añadido a la inestabilidad provocada por la marcha de los estadounidenses, podría revolverse contra Pakistán.