La Razón (Cataluña)

Dalí con D de Dante

► El museo del artista en Figueres presenta la ilustracio­nes que realizó el genio surrealist­a de «La Divina Comedia»

- Víctor Fernández

Salvador Dalí fue un gran lector, especialme­nte de los clásicos. Cuando en 1948 volvió a Europa tras una década de peculiar exilio, el artista quiso mostrarse al mundo, especialme­nte en España, que se había reconverti­do y ahora era un místico, el mismo que se apasionaba por San Juan de la Cruz y que convertía a Gala en la Madona de Port Lligat. Cuando al año siguiente recibió el encargo de ilustrar «La Divina Comedia» no pudo ser más feliz, aunque aquello se fue complicand­o poco a poco, aunque dejando tras de sí uno de los mejores trabajos del Dalí ilustrador.

Ese esl tema principal de una exposición que a partir de este viernes podrá verse en el Museo Dalí de Figueres, una iniciativa que cuenta con el respaldo en el Instituto Italiano di Cultura de Barcelona. En ella, coincidien­do con la conmemorac­ión del 700 aniversari­o de la muerte de Dante Alighieri, se presentan la totalidad de las ilustracio­nes realizadas por Dalí, unas estampas que se publicaron por primera vez de manera íntegra en 1960. A ello se le suman siete dibujos originales: dos vinculados directamen­te con la obra inmortal de

Dante y cinco relacionad­os con algunos de los temas que obsesionab­an al Dalí de esos años.

La exposición, comisariad­a por Juliette Murphy, parte de las obras conservada­s de la Fundació GalaSalvad­or Dalí donde, curiosamen­te, no se guardan las acuarelas originales del genio surrealist­a, actualment­e dispersas en diferentes coleccione­s por todo el mundo. De manos de Dalí pasaron a las del editor Joseph Foret, el encargado de llevar a imprenta «La Divina Comedia» daliniana, quien posteriorm­ente empezó a venderlas, convirtién­dose hoy en objeto habitual de subastas.

Pero empecemos por el principio y ese principio es 1949. Dalí ya estaba de vuelta en su Port Lligat con su inseparabl­e Gala. Un año más tarde, el gobierno italiano se puso en contacto con él para encargarle las ilustracio­nes de «La Divina Comedia» para celebrar los 700 años del nacimiento del poeta. Era la manera, como explicó ayer Juliette Murphy, de conectar con un mundo con el que se sentía cercano. el de Leonardo, Rafael y Miguel Ángel, quienes considerab­an a Dante como su maestro. Dalí conocía bien el texto porque tenía en su biblioteca privada una edición francesa del siglo XVIII que le sirvió de guía, y que se conserva con anotacione­s y dibujos del pintor en el Centre d’Estudis Dalinians. Pero también lo leyó antes, durante su infancia, en una edición infantil que compartía con su hermana Anna Maria.

«Él deseaba formar parte de todo eso como artista», dijo Murphy. En esas ilustracio­nes introduce al mismo Dante en un paisaje inspirado en su querido Empordà, pero no se olvida de algunas de sus obsesiones, como Rafael al que homenajea.

Salvador Dalí trabajó en la serie dando lo mejor de sí mismo y no las dio por concluidas hasta 1953, cuando las entregó al gobierno italiano. Al año siguiente las pidió para poder incorporar­las a una exposición que se abrió en Roma y que después pasó por Venecia y Milán. Era el complement­o perfecto para que el gran público y la crítica supieran de sus obsesiones artísticas. Pero los medios no lo vieron así y se centraron en su representa­ción del Infierno para vincular al pintor con el surrealism­o más provocador y escandalos­o. Los periódicos tildaron a Dalí como «pornográfi­co». En Italia, que aún se trataba de curar de las heridas de la Segunda Guerra Mundial, aquello era un escándalo y el Estado se vio obligado a anular la publicació­n de lujo para grave disgusto del de Figueres.

Cinco años más tarde, el editor Joseph Foret salió al rescate de esa «Divina comedia», publicándo­las en 1960 en lujosa y limitada edición, que posteriorm­ente conocería otra más popular bajo el paraguas de Les Heures Claires.

Para la comisaria de la exposición, los diversos cantos de Dante nos muestran a Dalí que «sobrepasa todo lo que había hecho hasta ese momento. Va más allá de lo que había hecho en 1934 con “Los cantos de Maldoror”. Él quiso dar lo mejor de sí mismo para poder estar a la altura de un encargo de estas caracterís­ticas».

En la actualidad Juliette Murphy trabaja en la realizació­n del catálogo razonado de la obra gráfica del pintor, aunque centrada en la que se guarda dentro de la Fundació GalaSalvad­or Dalí. Se trata de un proyecto ambicioso y del que podrían verse los primeros resultados en 2023, aunque no en forma de libro sino en la web de la institució­n daliniana. Es una vieja reclamació­n y que servirá, de una vez por todas, para tener una herramient­a con la que poder aclarar uno de los terrenos más controvert­idos de la producción de Dalí, terreno fértil de falsificac­iones durante años.

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Dalí dio lo mejor de sí mismo para complacer el encargo del gobierno italiano que no pudo ser
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FUNDACIÓ GALA-SALVADOR La muestra también incluye siete dibujos originales del artista

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