La Razón (Cataluña)

Solidarida­d

- Sandra Golpe

ElEl volcán de Cumbre Vieja sigue teniéndono­s en vilo esta semana, y lo que nos queda. Los expertos ya avisan de que sus erupciones van para largo. Los seísmos se suceden en la isla sin parar, los terrenos se deforman, la lava desborda el cono principal, desafiante, ante la mirada vacía de los palmeros. Imposible no empatizar con esos evacuados, cada vez más numerosos, con su desgracia consumada a cámara lenta, a la vista de todos. El volcán hipnotiza y atemoriza, a partes iguales. Si no, ¿cómo se explican los emergentes paquetes turísticos de un día desde Tenerife a La Palma? Frente al escenario apocalípti­co de La Palma, poco a poco, va remitiendo la pandemia. La nueva normalidad se refleja en los botellones multitudin­arios, en el desmoronam­iento de la venta de mascarilla­s, que cae al 98%, y se dibuja felizmente en las UCI, ya con menos del 5% de ocupación de enfermos COVID. Nuestrospr­incipalesp­artidospol­íticos, entretanto, se pelean a cuenta de cómo se repartirán el Poder Judicial, ahora que ya han acordado renovar el Tribunal de Cuentas, el Constituci­onal, el Defensor del Pueblo y la Agencia de Protección de Datos. Queda comprobado que, cuando quieren y les interesa, unos y otros se ponen de acuerdo en menos de 24 horas. Una enfoca de repente la mirada en Angela Merkel y suspira, y se pregunta ese clásico de por qué se van los mejores. Ante el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, la canciller alemana ha defendido en Yuste una Europa más soberana y más autónoma, más solidaria. Y esta última palabra me lleva a la historia de cuento que tiene como escenario una calle de Bilbao, donde un profesor jubilado enseña, desde hace año y medio, a un inmigrante nigeriano de 34 años, a sumar y a restar en la calle. Evans Isibor salió de su casa con lo puesto y logró llegar, unos meses después, a Algeciras. Y de allí, al norte. Se ha matriculad­o en la ESO, necesita ayuda para aprobar y la ha encontrado en César de Miguel, que le da clases de lo que haga falta. «Es un buen alumno, pero tiene que aprender mejor el idioma», comenta César. «Es el mejor profesor», ratifica Evans. Otro inmigrante argelino, el Sheikh le llaman, ha sido detenido en Barcelona. Era el jefe de la célula yihadista desarticul­ada este fin de semana, entre Barcelona y Madrid. Un argelino que en marzo cumplió 25 años. Las detencione­s se produjeron cuando la policía comprendió que él y su grupo pretendían cometer atentados. El Sheikh, de hecho, ya había pactado el precio para adquirir un Kaláshniko­v. Él y Evans llegaron a España en patera. Uno, a hacer realidad su sueño. El otro, a matar. Pero la inmensa mayoría de los migrantes que recibimos vienen a hacernos mejores. Solidarios.

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