Viaje hasta el fondo del porno
Ninja Thyberg analiza en «Pleasure» los entresijos de esa industria
¿Convertir el cuerpo o el placer en una herramienta de trabajo es un «privilegio»? Siempre resultó complejo y delicado introducir sexo, dinero y voluntad en la misma subordinada. Y no digamos ya si la palabra mujer decide interactuar también en la estructura de la frase. Lo cierto es que no deja de resultar paradójico que convencionalmente siga utilizándose la denominación de «cine para adultos» a la hora de referirse a un género protagonizado mayoritariamente por mujeres que simulan ser jovencitas. Mujeres que fingen inocencia, impostan actitudes ingenuas y juegan
juegan a aparentar esa pureza tan prototípica de edades pueriles para, a fin de cuentas, excitar al personal.
La industria del porno, desde su esparcimiento masivo en la década de los setenta –con especial relevancia en territorio estadounidense– hasta su distribución y consumo actuales, continúa teniendo ese ropaje de sordidez, prohibición y clandestinidad que la explicitud del sexo en pantalla conlleva.
¿Porno ético?
Decidida, sostiene, a ofrecer una visión renovada y alejada de rémoras éticas, la directora Ninja Thyberg se adentra ahora con «Pleasure», protagonizada por una joven sueca (Sofía Cappel) que aterriza en Los Ángeles con el objetivo de disfrutar libremente del sexo y convertirse en una estrella consagrada del porno, en los engranajes competitivos, jerárquicos y superficiales de la industria. «Creo que ahora mismo hay una mayor amplitud en dicho sector. Existen muchos tipos de porno, muy diferentes, pero sigue buscándose la sumisión de la mujer en esas películas», asegura Thyberg al otro lado del teléfono. Sin embargo, cuando la preguntamos por el condicionamiento del porno actualmente en los comportamientos sexuales de los más jóvenes se muestra precavida: «Soy directora, no socióloga. Lo que me interesaba en este caso era hacer ver que el porno mostrado de forma ética puede ser algo bueno. El problema es cuando se siguen reproduciendo en algunos casos los mismos estereotipos machistas e incluso racistas que antes», señala. Y añade en forma de broche final: «Desde hace años me interesa el poder de la imagen y su influencia cultural, por eso observar detrás del show y las luces de la pornografía esa objetualización que se hace de la mujer me parecía una buena manera de plasmarlo», concluye.