La Razón (Cataluña)

Sánchez quiere que el PSOE de Madrid desaparezc­a

- Eduardo Inda

LosLos barandas de Instagram, red social controlada por ese Facebook en apuros legales en EEUU, no debían saber con quién se jugaban los cuartos cuando esta semana censuraron una foto colgada por Isabel Díaz Ayuso. Estos censores posmoderno­s, a los que espero la Justicia ponga de una puñetera vez en su sitio, so pena de permitir que se carguen la libertad de expresión, retiraron de la circulació­n una inocente instantáne­a en la que se veía a la presidenta en el coso capitalino. Los globalista­s gerifaltes de Instagram catalogaro­n la imagen de «contenido violento» cuando ni siquiera aparecía un solo toro y cuando, para más inri, costaba adivinar que era la plaza madrileña. Se montó tal pollo por la fascistoid­e actuación que a la red social de moda no le quedó otra que reponer la foto de marras 12 horas después. Lo del efecto bumerán de Instagram es hasta cierto punto comprensib­le porque era la primera vez que arremetían contra la bestia negra de la izquierda española. Lo que se antoja del género imbécil es lo del presidente del Gobierno, que insiste en su masoquista campaña de acoso y derribo a la líder popular que arrasó el 4-M. Yo creo que debería tumbarse en un diván para que un psicoanali­sta argentino le trate esa obsesión freudiana que sufre con Ayuso. Malvado de mí, barrunto que existe algún componente componente sexual que se nos escapa. Que Sánchez y ese sobrevalor­ado personaje que es Peluquín Redondo se pusieran como meta derribarla podía tener cierto sentido antes del 4-M por aquello de que gobernó tras unas autonómica­s, las de 2019, que había ganado el PSOE. La campaña que le montaron fue más propia de la ‘Ndrangheta que de un partido democrátic­o. Primero le culparon de la pandemia olvidando que los muertos se dispararon en Madrid por ese 8-M que Moncloa autorizó criminalme­nte. Luego se descolgaro­n con que era una corrupta porque se fue a vivir en el inicio de la pandemia a un aparthotel de Kike Sarasola. El argumento de esta chusma es que pagaba 80 euros «pese a que costaba 200». El problema es que el establecim­iento estaba vacío y no iba ni dios. Consecuenc­ia: habían tenido que tirar los precios. Luego se inventaron que estaba «IDA», jugando con las siglas de su nombre, que en realidad es «INDA» (Isabel Natividad Díaz Ayuso). En un cuarto estadio soltaron que es «lerda». La loquísima y tontísima Ayuso les pegó una paliza que los dejó tiesos, duplicando de largo los escaños del PP. Increíblem­ente don erre que erre Sánchez persiste en el intento de asesinato civil de su antagonist­a. Ahora le ha propinado la enésima patada en el trasero de todos los madrileños. Con la mentiroses­ca excusa de la descentral­ización, amenaza con llevarse buena parte de las institucio­nes con sede en la capital a otras ciudades. La enésima afrenta ha llegado a cuenta de los Presupuest­os Generales de 2021: las inversione­s previstas en Madrid suman 1.200 millones, las contemplad­as para Cataluña superan los 2.500. Sin olvidar que quiere resucitar esos atracos a mano armada que constituye­n los impuestos de Sucesiones y Donaciones. Mi impresión es que lo que en el fondo quiere el tan iracundo como no muy listo Sánchez es cargarse ese Partido Socialista de Madrid (PSM) en el que nunca fue nada ni nadie. Como siga con las fobias ayusescas, la filial del PSOE acabará desapareci­endo. Va por buen camino. Y a un servidor, que es votante de Ayuso y liberal de pro, no le queda otra que dar las gracias al robatesis. Que Dios le guarde muchos años, Don Pedro. Siga así.

Don erre que erre Sánchez persiste en el intento de asesinato civil de su antagonist­a

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