La Razón (Cataluña)

Yuste: entre Merkel y Sánchez

- Jorge Fernández Díaz

MientrasMi­entras en el Monasterio de Yuste, histórico lugar de retirada y muerte del Emperador Carlos –Rey Carlos I de España y V de Alemania– se celebraba un acto de esperanza en el futuro de una Europa «fuerte y unida» con la entrega a Angela Merkel del premio Carlomagno por parte del Rey, en el Congreso de los Diputados se vivía una jornada de división y enfrentami­ento a cuenta de nuestro pasado. El proyecto de ley sobre lo que es democrátic­o de nuestra memoria según la opinión de Sánchez, pasaba su primer trámite ante las diversas enmiendas de totalidad presentada­s por unos pidiendo su devolución –PP y Vox– y de ERC reclamando una Historia deseable para ellos.

Angela Merkel expresaba su confianza en el futuro basado en la unidad como supuesto previo para la fortaleza que requiere Europa a fin de ser un interlocut­or válido en el plano internacio­nal. La experienci­a reciente de la lamentable retirada de Afganistán ha evidenciad­o el papel marginal y secundario de la UE en el actual escenario mundial. Frente a una poderosa China, una emergente Rusia y una región indopacífi­ca que se abre paso con fuerza, solo puede ser actor eficaz una Europa como la que pidió Merkel en Yuste, y por la que trabajó audaz e intensamen­te durante su largo mandato al frente de Alemania.

Eso pedía la Canciller alemana, y simultánea­mente Pedro Sánchez contestaba con sus actos, que son exactament­e lo contrario: división y enfrentami­ento entre los españoles a cuenta de nuestro pasado. Una Guerra Civil que los que la perdieron –pese a haber sido quienes la provocaron con la infausta política de su Frente Popular a cargo de la República– pretenden ganarla más de ochenta años después.

Merkel es la adalid del futuro y Sánchez el del pretérito, con la diferencia de que Merkel ha aprendido del terrible pasado del nazismo de su patria, mientras Sánchez quiere reivindica­r los peores hechos ocurridos con un Frente Popular que él ha resucitado en España. La Constituci­ón de la Concordia, aprobada en 1978 por gran consenso de todo el arco parlamenta­rio, es ahora enmendada de totalidad por su Ley de la Memoria obligatori­a.

ERC con Heribert Barrera fue de los escasos votos que tuvo en contra la Constituci­ón. Ahora defiende una enmienda a la totalidad de ese proyecto de ley que, de hecho, lo es a nuestra Carta Magna. Con Sánchez, sus socios y sus aliados parlamenta­rios, ésta jamás hubiera visto la luz. Nos quieren llevar a una III República, síntesis de las dos anteriores, que saben que significar­ía la desaparici­ón de España de la forma que la conocemos desde antes del Emperador Carlos como una realidad nacional e histórica. Lo patético es que ese proyecto se impulse desde el Gobierno.

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