Gran manejo de la intriga y el suspense
CarmenCarmen Mola (Madrid, 1973), pseudónimo de varios escritores que anoche se destaparon en la ceremonia de entrega del Planeta, ha ganado un millón de euros con su última novela. Lo gracioso sería que al haberse abierto la plica se hubiera descubierto el nombre de Elena Ferrante, otro pseudónimo de una italiana, y nos quedáramos con las ganas de saber quién está detrás de este escritora que ha conseguido algo prodigioso en España: vender miles y miles de ejemplares con tres novelas de títulos tan curiosos como «La novia gitana», «La red púrpura» y «La niña». En una crítica de LA RAZÓN sosteníamos que era un escritor, o varios, el que se ocultaba tras el seudónimo porque le gustaba Mina y sentía una obsesión falocéntrica típicamente gay, pero... Estas novelas se caracterizan por su conocimiento del género policiaco, el manejo de la intriga y el suspense, así como una propensión a la oralidad por su recurso a los diálogos. De hecho, se trata de una obra más discursiva que visual. Carece de retratos psicológicos y la acción es tan rápida que apenas cuando se ha salido del horror «gore» caemos en la violencia «splatter» que acaba en una matanza «slasher» típica del «rural noir». Su mejor virtud es cómo seduce al lector con el espectáculo de la acumulación de maldad, violencia sexual, pederastia, secuestro de niños y una violencia que supera la de Hervé Le Corre y Mirko Zolahy. En «La red púrpura» eran los «snuff movies» del internet «profundo», las peleas de niños en plazas de toros y siete pequeñas tuertas que ya anticipaban «El juego del calamar». Y en «La nena» recurrió a la violación en manada, el canibalismo, la España negra de «El Caso» y la masacre de Puerto Hurraco. Quién sabe lo que le espera al incauto lector con su nueva proeza literaria.