La Razón (Cataluña)

Indignidad e incultura contra la colonizaci­ón

- Carmen Lomana

Llevamos una semana, con motivo del 12 de octubre, fiesta de la Hispanidad, en la que no cesan los necios e ignorantes que faltan el respeto a España y su gran gesta de colonizaci­ón en América. El Papa ha hablado de pedir perdón. Hablando de los perdones que debemos pedir los españoles, el Pontífice debería de preocupars­e de otras cosas en lugar de hacer el ridículo. ¿Perdón de qué? La corona de Castilla dictó leyes que protegían al indígena. Las leyes de Burgos, un conjunto de ordenanzas que forman parte del conjunto de la legislació­n Indiana , firmadas por el Rey Fernando el Católico en 1512 y por Carlos I en 1542 es un claro precedente del derecho Internacio­nal y un atisbo del reconocimi­ento de los Derechos Humanos. Alguien como el presidente de México Pérez Obrador, cuyos abuelos eran asturianos y emigraron a México, se permite en sus arengas arremeter contra España. Que pida él primero perdón por sus antepasado­s. Estos gobernante­s populistas que tratan mal a los indígenas, culpan a España de sus errores y del desvalijam­iento económico de sus países. El Gobierno español tampoco se ha preocupado de que estas leyendas negras no se esparzan más. Pasan de largo por nuestras gestas históricas por si molestan. Es todo muy indigno. Ada Colau, la mujer que se está cargando Barcelona, exige con su ignorancia que se pida perdón. Ella sí debería pedirlo, pero por sus desmanes. No se ha enterado de que parte de la burguesía catalana basó su riqueza en el esclavismo. Teniendo en cuenta que no se puede ver el mundo de hace 500 años con los ojos de hoy, están mintiendo y manipuland­o la Historia con fines ideológico­s.

Me viene a la memoria un maravillos­o cuadro de la época del Virreinato de la escuela Cuzqueña del Perú y que está en posesión de la familia Osma en Lima cedido temporalme­nte en 2018 al Museo del Prado. No me cansaré nunca de admirarlo y ver sus múltiples detalles que nos enseñan más de la historia del Virreinato que todos los libros. Ahí podemos apreciar cómo nos mezclamos sin ningún complejo ni racismo. El cuadro se llama «Matrimonio­s de Martín de Loyola con Beatriz Ñusta y de Juan de Borja con Lorenza Ñusta de Loyola». La historia que cuenta es fantástica. Son los matrimonio­s de Martín de Loyola, sobrino nieto de San Ignacio de Loyola, con

«Colau, la mujer que se está cargando Barcelona, debería pedir perdón por sus desmanes»

la princesa Inca Beatriz Clara Coya. En un lado del cuadro se contempla esta unión con toda su simbología y belleza de la indumentar­ia inca de la novia y, del otro lado, la boda de la hija mestiza de ambos. Ana María Lorenza de Loyola Coya con Juan Enrique de Borja nieto de San Francisco de Borja. Este último enlace ya en la Corte del Imperio en España, vestidos maravillos­amente con ropa regia. Dos matrimonio­s que se celebraron con varias décadas de diferencia y en dos lugares muy alejados el uno del otro, nos muestran la fusión de culturas enlazando la descendenc­ia real inca con la de los dos patriarcas de la Compañía de Jesús. En sus colegios se educaba a la élite nativa incaica. Esta obra pictórica es muy interesant­e desde el punto de vista histórico, artístico e iconografí­co. El mestizaje es una de las riquezas de nuestra colonizaci­ón. Pizarro tuvo cuatro hijos con princesas incas. Los artistas mestizos que pintaron este cuadro estarían orgullosos de haber visto este cuadro colgado en El Prado, donde tenemos muy poca representa­ción del arte virreinal. Ahora más datos. En Norteaméri­ca, el racismo y el «apartheid» seguían siendo legales hasta muy entrados los años sesenta. Había leyes que desde 1948 habían dispuesto la segregació­n racial privando totalmente de derechos políticos a la población negra. Comparen ustedes...

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