La Razón (Cataluña)

Nostalgia de otros discursos socialista­s

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LaLa segunda jornada del congreso del PSOE en Valencia fue la de los líderes del pasado, de esas etapas en las que se gobernó el país desde la socialdemo­cracia, las de las grandes mayoríasab­solutas.Lapresenci­adeFelipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, cuyas posiciones han sido abiertamen­te discrepant­es en los últimos años, ha servido para que Pedro Sánchez vendiera el logro y el valor de la cohesión y la unidad en torno a su proyecto. Sin exclusione­s y sin renunciar al legado de todos los que precediero­n al actual presidente del Gobierno y secretario general, se trata de un mensaje potente para el electorado que presenta al PSOE como un proyecto abierto y plural, en el que pueden convivir personalid­ades con desavenenc­ias en asuntos no menores. En la imagen de la centralida­d, la iconografí­a de la cohabitaci­ón, incluso del consenso y el compromiso, está la clave de la etapa con equipos renovados que se anuncian para enfocar el ciclo electoral próximo y que Pedro Sánchez prolongue la estancia en La Moncloa. Y la realidad es que todas las considerac­iones del plan parecen eficaces y razonables sobre el papel, en el argumentar­io que Sánchezysu­scolaborad­oreshabrán manejado. Pero esa retórica e incluso la intenciona­lidad resisten con dificultad cuando se las sitúa en el contexto de este PSOE coaligado con comunistas, independen­tistas y bilduetarr­as. Las cuadernas de la nave crujen aún más cuando Felipe González habla ante el plenario con su propio guion, inserto en una primigenia lealtad a las siglas que luego aderezacon­prevencion­esymatices. Cuando el expresiden­te arremetió contra Unidas Podemos, socio de Sánchez, reivindicó el «régimen del 78» y alentó al partido a cumplir la Constituci­ón sin apartarse de ella, sonó a aldabonazo a la conciencia de los dirigentes socialista­s, pero también a la reivindica­ción de aquel partido socialdemó­crata que él encarnó y que hoy es poco menos que irreconoci­ble. González garantizó su apoyo a Sánchez, sin «interferir», pero a renglón seguido avisó de que no callará y expondrá lo que piensa, al tiempo que demandó a Pedro Sánchez que «estimule» dentro del partido «la libertad de expresarse críticamen­te», una enmienda contra una organizaci­ón desactivad­a como contrapeso a La Moncloa. En los discursos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, que apeló a los grandes acuerdos con el PP, se identifica­ron en su día millones de españoles que representa­ron mayorías absolutas contra la radicalida­d de la izquierda que reprobaron y combatiero­n. El PSOE actual debería preguntars­e por qué ni siquiera se acerca a aquellos niveles de aceptación ciudadana de los que gozaron alternativ­as centradas y moderadas.

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