La boda blindada de Javier Ortega Smith
► Una novia sin padrino, un despliegue policial al nivel de una alta institución del Estado y un convite de 60.000 euros
PlazaPlaza de San Juan de los Reyes, 12 del mediodía. Un coche patrulla de la Policía Nacional custodia el extremo sur de la misma. A su lado, cuatro agentes, dos pertrechados con fusiles, permanecen de pie. «¿Hay algo aquí hoy?», pregunta una vecina despistada ante tal despliegue. «No le puedo decir, señora, por favor, no puede cruzar por la plaza, cruce a la acera de enfrente». Lo que ocurrió áyer en Toledo no fue otra cosa que la boda de Javier Ortega Smith, secretario general de Vox, diputado, concejal del Ayuntamiento de Madrid y mano derecha de Abascal en el partido verde. «Llevo más de 50 años trabajando aquí y no he visto una cosa igual en mi vida; han pasado desde Kissinger hasta Perón, he visto a reyes y a las más altas personalidades del Estado, y en la vida he visto un despliegue semejante», comenta un vecino que trabaja en un comercio cercano. Con el paso de los minutos, la plaza comienza a acumular efectivos de la Policía Nacional, la Local y escoltas privados. Son las 13 horas y una furgoneta Mercedes tintada hace su entrada en el pavés de la Catedral. De ella se baja Javier Ortega Smith. Acompañado de su madre, que desciende por el lado opuesto de la furgoneta, viste de chaqué negro, chaleco gris y corbata a rayas oscuras a juego. Luce en la solapa dos insignias, una de ellas con la bandera de España, imposibles de identificar a tanta distancia. A su alrededor se arremolinan los invitados, que acaban de llegar en dos autobuses dispuestos por los novios. Para entonces, la plaza es ya un hervidero de gente, mezcla de turistas de paso y vecinos que asisten ávidos de salseo. No es para menos, llaman la atención el número de coches zeta de la policía que se mezclan con furgonetas de la UIP (los antiguos antidisturbios).
Los invitados
Varios escoltas apostados tras una nueva furgoneta, que entra sin pararse hasta la calle trasera de la plaza, avisan de la llegada de Abascal. El líder de Vox viene acompañado de su mujer, Lidia Bedman, y sus dos hijos pequeños, pero no están por la labor de ofrecer a los fotógrafos la estampa de familia que esperan. Lidia aparece por la calle lateral que conduce a la iglesia sin Abascal. Lleva un vestido color berenjena con el pelo recogido bajo un elegante tocado con plumas. A los pocos minutos aparece por el mismo lugar su marido, que recibe los vítores de los presentes al grito de «¡Santi
presidente!». Para entonces, la plaza ya es un tumulto de gente. Macarena Olona, con un conjunto de vestido y falda plisada rosas, es otra de las más aplaudidas. Poco después llegan Iván Espinosa de los Monteros y su mujer Rocío Monasterio. La arquitecta luce un vestido rojo pasión con generoso escote y una pamela que a duras penas le deja besar al resto de invitadas. Son ya las 13:30 horas y el cura sale a la puerta para invitar al novio a entrar en la iglesia, pues la novia está a punto de llegar. Solo unos segundos después hace acto de presencia Paulina Sánchez del Río montada en un Rolls Royce gris. La ejecutiva del HSBC llega en el coche con una amiga que hace las veces de dama de honor y la ayuda a bajar del coche colocándole la cola. Lleva un vestido entallado a la cintura, ha huido del típico ramo de novia de flor blanca y porta uno muy colorido. Una di adema blanca y unos sencillos pendientes completa n el« look ». Sorprende que no va acompañada de padrino, y entra sola en la iglesia donde se dio el «sí, quiero».