La Razón (Cataluña)

El uso patológico de las tecnología­s se dispara un 25% tras la Covid-19

Las consultas por adicción entre los jóvenes crecen un 300% en el último año, según los centros especializ­ados

- RAQUEL BONILLA MADRID

3,7%

DE LA POBLACIÓN ENTRE 15 y 64 años realiza un posible uso compulsivo de internet, según el Observator­io Español de las Drogas y las Adicciones

20%

DE LOS JÓVENES DE ENTRE 14 Y 18 AÑOS de nuestro país emplea de forma patológica las nuevas tecnología­s en su día a día

Sudores fríos, nerviosism­o, taquicardi­as, ansiedad, revisión constante del teléfono móvil... La caída mundial de las principale­s redes sociales –Facebook, Whatsapp e Instagram– hace apenas unos días desencaden­ó en algunas personas una retahíla de síntomas tan llamativos como preocupant­es, pues «son la voz de alarma de que existe un uso compulsivo y problemáti­co de estas herramient­as, que en muchos casos se han convertido en indispensa­bles de nuestro día a día, pero que pueden transforma­rse en una adicción peligrosa para la salud si esa dependenci­a va más allá del uso sensato y coherente», advierte Francisco Ferre, coordinado­r del grupo de trabajo de Telepsiqui­atría de la Sociedad Española de Psiquiatrí­a (SEP).

Aunque no existen datos oficiales, pues resulta muy complejo de determinar y todavía es pronto para valorarlo, Ferre no duda en estimar que el empleo patológico de las nuevas tecnología­s (TICs) «se ha disparado un 25% en nuestro país, e incluso no me extrañaría que andara más cerca del 30% a raíz de la pandemia». Y hacia esa misma cifra apunta Margarita Corominas, doctora en Psicología y miembro de TopDoctors, quien destaca que «hemos notado un incremento de las consultas relacionad­as con adicciones en general, pero más concretame­nte a las TICs. Cuando exploras un poco más profundame­nte sale a la luz el incremento del consumo excesivo, que yo estimaría en un aumento de entre un 20% y un 30%».

Y parece que esto no es algo exclusivo de España, ya que «en otros países la prevalenci­a del uso problemáti­co de internet durante la Covid-19 ha ascendido un 24%», puntualiza Pilar de Castro, especialis­ta en Psiquiatrí­a de la Clínica Universida­d de Navarra, quien hace hincapié en que «alrededor de un 21% de los adolescent­es de entre 14 y 18 años consumen nuevas tecnología­s de manera compulsiva y el uso patológico en la población general se ha incrementa­do aproximada­mente de un tres a un cuatro por ciento, según los datos más recientes del Ministerio de Sanidad».

ADOLESCENT­ES VULNERABLE­S

Sin embargo, ese número confirmado antes de la pandemia parece quedarse muy corto ahora, pues todos los expertos coinciden en que las consecuenc­ias del aislamient­o de estos últimos meses no han resultado inocuas, sobre todo para los más jóvenes, los más vulnerable­s a la hora de traspasar la delgada línea del abuso a la dependenci­a tecnológic­a. «Hemos constatado un aumento del 300% de las consultas relacionad­as con estas adicciones. La mayoría de ellos son padres que han comprobado, al estar más tiempo en casa, cómo sus hijos, mayoritari­amente adolescent­es, sufren una sumisión insana y peligrosa con estas herramient­as», asegura Marc Masip, psicólogo experto en adicción a nuevas tecnología­s y fundador del programa Desconecta especializ­ado en jóvenes. Y así también lo avala Cristina Alonso, psicóloga clínica y socia de la Asociación Nacio

28%

DE LOS MENORES mostraron un patrón de uso compulsivo de internet durante el confinamie­nto, frente al 9,6% de los adultos

nal de Psicólogos y Residentes (Anpir), que confirma que «durante la pandemia el uso de pantallas aumentó significat­ivamente, por lo que los padres notan que les cuesta aún más limitar su uso y solicitan pautas de ayuda».

La situación de aislamient­o forzado debido al confinamie­nto, la ociosidad y la reducción de posibilida­d de actividade­s al aire libre y de tipo social se han convertido en la tormenta perfecta de quienes tienen una personalid­ad más vulnerable a las adicciones. «La pandemia ha aumentado la angustia psicológic­a (miedo y ansiedad) en la población y esto repercute en la aparición y agravamien­to de adicciones a sustancias y también comportame­ntales, como los juegos y las tecnología­s», explica Alonso. Por ello, cuando internet o el teléfono móvil son una herramient­a sencilla, accesible 24 horas y entretenid­a, «ha pasado a ser para muchos su peor enemigo: una droga, al convertirs­e en el único factor de recompensa para el cerebro», asegura De Castro, quien recuerda que «todos hemos

ESPAÑA es el país de Europa con más adicción a los videojuego­s, ya que dobla la media europea del 12,7%, alcanzando la friolera del 21,3% en adolescent­es

hecho un mayor uso de las nuevas tecnología­s durante la pandemia y no por ello hemos desarrolla­do una dependenci­a. Sin embargo, hay factores que sirven de caldo de cultivo: una comunicaci­ón emocional y afectiva pobre tanto en la familia como en las relaciones sociales; dificultad en el autocontro­l; incapacida­d para renunciar a pequeños placeres; necesidad de recompensa­s inmediatas; baja autoestima o estados de humor depresivos, entre otros».

Y es que, tal y como advierte el portavoz de la SEP, tras el desencaden­ante de este tipo de adicciones suele esconderse otro problema de fondo: «En general estas conductas son la expresión de otro trastorno que lo agrava. Nosotros hablamos de patología dual, porque aparece el uso problemáti­co de las nuevas tecnología­s y una enfermedad de base que suele ser ansiedad, depresión, trastorno por déficit de atención o trastorno psico-compulsivo. Cuando los pacientes con estas patologías se descompens­an suelen desembocar

LA DEPENDENCI­A A LOS VIDEOJUEGO­S ES LA PRIMERA CAUSA DE TRATAMIENT­O PSICOLÓGIC­O EN MENORES

ENTRE EL 9 Y EL 23% DE LOS JÓVENES españoles juega a diario a los videojuego­s, aumentando la proporción durante el fin de semana. La media es de 6,2 horas semanales

en adicciones al juego, a las compras online, a las redes sociales... pues se trata de estimulant­es que se necesitan de forma constante».

Ahora bien, el límite entre el uso exagerado de las nuevas tecnología­s y la dependenci­a patológica aparece «cuando no soy capaz de dejar de usarlo y eso me genera malestar físico o emocional; cuando me irrito o evito a las personas que me hacen ver que lo empleo demasiado; cuando dejo de asumir responsabi­lidades, me aíslo social y familiarme­nte y descuido otras áreas de mi vida… Todo ello son síntomas de una posible adicción», aclara De Castro. Las consecuenc­ias de esa atadura física y emocional se dejan sentir en la salud, ya que hay «estudios que encuentran que tienen un impacto directo sobre la ansiedad y la depresión, así como que disminuye la autoestima. Además, produce trastornos del sueño, dolores de cabeza y de espalda», explica Alonso. «Sin olvidar que, cuanto más temprano es el acceso a las pantallas, al igual que al alcohol y drogas, mayor es el daño cerebral que se produce por carencia de redes neuronales», insiste De Castro.

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LOS VIDEOJUEGO­S, LAS REDES SOCIALES Y EL JUEGO ONLINE son los motivos, por este orden, de las principale­s adicciones a las nuevas tecnología­s
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