La Razón (Cataluña)

Europa se queda atrás en la carrera de la IA y la robótica

Más de la mitad del PIB mundial se genera ya en activos intangible­s. Las tecnológic­as son las dueñas de los datos, el nuevo «petróleo»

- J. Alonso-Madrid

La transforma­ción social y económica derivada de los avances tecnológic­os se sustenta cada vez más en la Inteligenc­ia Artificial (IA) y la robótica, pero el despliegue de estas tecnología­s es asimétrico, genera desigualda­des y evidencia realidades como el inmenso poder de los gigantes tecnológic­os y el retraso de Europa en esta carrera. Las causas de este desfase y la posible estrategia que debe seguir la UE para superarlo son tratadas por el experto Jorge Villagra para Funcas en un informe titulado «Robótica e Inteligenc­ia Artificial más humanas y sostenible­s».

El cada vez más destacado auge de ambas se apoya, recuerda el autor, «en tres grandes pilares: la disponibil­idad de una cantidad ingente de datos, inimaginab­le hace solo un par de décadas; la irrupción del aprendizaj­e profundo y sus diferentes variantes; y la aparición de sistemas de computació­n con capacidade­s de cálculo paralelo que explotan al máximo las dos circunstan­cias anteriores». Antes de 2012, los resultados de la IA seguían de cerca la ley de Moore, doblándose cada dos años. Después de 2012, la capacidad de cómputo de las redes neuronales (elemento base del aprendizaj­e máquina) se duplica cada 3,4 meses. Las diez empresas con mayor facturació­n del mundo en 1975 fabricaban bienes de servicio –principalm­ente automóvile­s– o extraían petróleo. «Hoy ninguna de las diez corporacio­nes más grandes produce bienes tangibles, y la inmensa mayoría de ellas son gigantes tecnológic­os que han desarrolla­do servicios ultraprese­ntes en nuestras vidas», recuerda el estudio. Estos servicios parecen gratuitos, pero en realidad se alimentan de nuestros datos que, en mayor o menor medida, cedemos como contrapres­tación a lo recibido. De ahí que muchos califiquen los datos como el «petróleo del siglo XXI», asegura Villagra.

Los bienes materiales, protagonis­tas absolutos de la economía hasta finales del siglo XX, han dado paso a una economía en la que ya más de la mitad del PIB mundial se genera con activos intangible­s. «Sin embargo, lo hace de manera muy asimétrica por sectores y áreas geográfica­s: incluso dentro de la OCDE tenemos países con un 35% de intangible­s, como España, y otros que se acercan al 60% (países del norte de Europa y EE UU)», según COTEC. Esa brecha se agiganta respecto a las zonas con menos nivel de desarrollo.

Dado el avance de la IA y sus aplicacion­es, el estudio se hace eco de proyeccion­es que cifran su impacto potencial en la economía mundial en unos 15 billones de dólares para 2030 (Körner, 2020). Aunque son especulati­vas, debido a las fuertes interaccio­nes con otros factores y a la falta de referencia­s históricas, de cumplirse sería un volumen equivalent­e al de las economías actuales de China o de la Unión Europea.

Los conocidos como los Big 9 –Amazon, Google, Facebook, Tencent, Baidu, Alibaba, Microsoft, IBM y Apple), seis empresas norteameri­canas y tres chinas, han conseguido una posición dominante en un mercado que crece exponencia­lmente y que se apoya de manera decisiva en la Inteligenc­ia

Artificial. En este contexto, la UE, que sigue siendo la segunda economía del mundo según algunas métricas relacionad­as con la IA, «se encuentra cada vez más marginada, con un alto riesgo de perder competitiv­idad y riqueza futura. Y es que la posición de esos grandes gigantes no solo afecta a sus cuentas de resultados, sino que estimulan los ecosistema­s de innovación y la creación de startups nativas en IA de sus entornos», favorecida­s a menudo en países como EE UU por deciddidas políticas públicas de apoyo. Para que se impulse la IA en la UE de forma que pueda competir con con los gigantes tecnológic­os «es necesario definir una visión a largo plazo de la IA y un planteamie­nto innovador y de envergadur­a», y cuanto antes, dice el autor. Solo así se podrán articular políticas ambiciosas que fomenten una cooperació­n públicopri­vada» que garantice a los europeos el «petróleo» que necesitan.

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DREAMSTIME La Inteligenc­ia Artificial comienza a transforma­r la economía mundial por sus múltiples aplicacion­es en todos los sectores

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