Qadeer Khan, el padre de la bomba atómica paquistaní
Fue un héroe en su país, que convirtió en primera potencia nuclear del mundo islámico, pero también un traficante mundial de secretos
El pasado domingo fallecía, a los 85 años, Abdul Qadeer Khan, padre del programa de desarrollo nuclear y de la bomba atómica de Pakistán. Un héroe nacional por haber convertido a su país en el primero del mundo islámico –y el séptimo del mundo a la sazón– con categoría de potencia nuclear. Y por haberse equiparado en estatus a su vecina y archienemiga India. El científico pasará a la historia por haber sido capaz de culminar con éxito un proceso que comenzó desde cero en 1976 y concluyó en 1998, cuando Pakistán llevó a cabo con éxito sus primeros cinco ensayos nucleares. Además, la figura de A. Q. Khan es fundamental para entender el desarrollo del programa de misiles paquistaní. Nacido en Bhopal, en India –era un niño de apenas 10 años cuando su familia se mudó a Pakistán con la partición de la antigua colonia británica en 1947–, A.Q. Khan completó estudios científicos en la Universidad de Karachi antes de hacer ingeniería metalúrgica en Berlín y cursar posgrados en Países Bajos y Bélgica. El científico será también recordado por haber contrabandeado secretos nucleares con países como Irán, Libia y Corea del Norte, protagonizando uno de los mayores escándalos de proliferación nuclear del mundo. Algo que solo puede comprenderse a partir de su llegada en 1972 al laboratorio Physical Dynamics Research Laboratory de Ámsterdam. Un contrato con el consorcio de firmas de ingeniería nuclear europeas Urenco, dedicado a la investigación y el desarrollo del enriquecimiento de uranio para la producción energética, le permitió conocer de primera mano la tecnología de la centrifugadora Zippe. Era la base de para la fabricación de la bomba atómica, que copiaría y replicaría en su país. Khan lideró durante décadas un mercado negro de diseños y componentes de tecnología nuclear. Unos hechos por los que fue encarcelado en 2004 y por los que pediría perdón ante las cámaras de la televisión, exonerando al Gobierno paquistaní. El ex presidente Pervez Musharraf –del que había sido asesor– acabó sacándolo de la cárcel a pesar de la presión estadounidense y el metalúrgico cumplió pena en régimen de arresto domiciliario hasta 2009. Pasó sus últimos años rodeado de un fuerte dispositivo de vigilancia. Aquejado de covid-19, dio su último suspiro en la capital paquistaní. En una entrevista en 2010, confesó que la independencia de Bangladés –entonces denominado Pakistán Oriental– en 1971, tras una guerra civil en la que los independentistas contaron con el apoyo de India, fue el hecho que le empujó a comenzar a trabajar en un futuro nuclear para su país.
El científico culminó con éxito un proceso que comenzó en 1976 y concluyó en 1998