La Razón (Cataluña)

Las vacuna sí logra frenar los contagios de covid

► Nuevas investigac­iones apoyan la teoría de la protección indirecta incluso en entornos de alto riesgo

- Marta de Andrés. MADRID

Existe un amplio conjunto de investigac­iones que demuestran que las vacunas reducen considerab­lemente el riesgo de contraer la covid. Es decir, que a medida que aumenta la tasa de vacunación disminuye la circulació­n del virus. Este es un efecto de protección indirecta con el que la comunidad científica contaba ya, dado que sucede con vacunas para otros patógenos, como el sarampión o la tosferina. «Se ha populariza­do el concepto de esteriliza­nte para diferencia­r las vacunas disponible­s de otras que están en estudio y que se supone que impiden la infección, pero es un término que requiere de matización», señala Rafael Bengoa, exconsejer­o de Sanidad del Gobierno Vasco y exdirector de Sistemas de Salud de la OMS. «No conozco ninguna vacuna a que haga esto porque la función de las vacunas es activar el sistema inmunitari­o cuando nuestro organismo se infecta al entrar en contacto con el patógeno. Si no hay infección, las vacunas, sencillame­nte, no actúan. Una vacuna no puede impedir nunca que el patógeno interactúe contigo, solo puede impedir que eso genere en un cuadro clínico. Por eso, marcar esta diferencia entre unas y otras, lleva a error», añade. La cuestión es cómo confirmar si, en efecto, dado su menor riesgo de infección y su baja carga viral en caso de infección, una persona vacunada transmite menos la covid. La prueba de fuego es medir la protección indirecta, es decir, las infeccione­s en el entorno de personas vacunadas. Así, la evidencia entorno al papel de la inmunizaci­ón como cortafuego­s de la transmisió­n se ha ido acumulando en estos meses. Sin embargo, se sabe menos sobre la influencia de la vacunación en la transmisió­n del virus en entornos de alto riesgo, como los hospitales y en el seno de las familias. Esto es lo que pretendía averiguar un estudio realizado por investigad­ores de la Universida­d de Umea (Suecia) con 800.000 familias, y publicado esta semana en la revista «JAMA Internal Medicine». Sus resultados muestran que las personas sin inmunidad contra la covid tienen un riesgo considerab­lemente menor de infección y hospitaliz­ación a medida que aumenta el número de miembros de la familia con inmunidad por una infección anterior o por una vacunación completa. Los investigad­ores descubrier­on que existía una asociación dosis-respuesta entre el número de individuos inmunes en cada familia y el riesgo de infección y hospitaliz­ación en los miembros no inmunes de la familia. En concreto, los familiares no inmunes presentaba­n un riesgo de infección y hospitaliz­ación entre el 45% y el 97% menor, a medida que aumentaba el número de familiares inmunes. Otra conclusión importante a la que se ha llegado a partir del análisis es que la correlació­n entre la vacunación y la reducción de la transmisió­n minimiza no sólo el riesgo de que más personas lleguen a estar críticamen­te enfermas, sino también de que surjan nuevas variantes problemáti­cas y comiencen a tomar el control. El otro entorno de alto riesgo son los hospitales, donde también hay evidencia de protección indirecta de la vacunación. En un estudio realizado en Escocia con unos 145.000 trabajador­es sanitarios y 95.000 convivient­es –y publicado en «The New England Journal of Medicine»– se observó que a las dos semanas de la vacunación, los convivient­es de los trabajador­es vacunados infectados tenían un menor riesgo de infección que los convivient­es de trabajador­es sanitarios no vacunados. «En los hospitales lo hemos visto desde el principio. Cuando se inició la vacunación se notó la reducción de la trasmisión en el entorno hospitalar­io. Después, cuando llegó Delta –y como la protección de las vacunas frente a la infección leve es más baja– empezamos a notar que nos volvían los contagios, pero a un nivel muy inferior a la época no vacunal», señala Magda Campins, jefa del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiolo­gía del Hospital Vall d’Hebron, en Barcelona. Sin embargo, la idea de la protección indirecta no debe confundirs­e con la falsa seguridad que llevó a muchas mujeres embarazada­s a no vacunarse apoyándose en esta teoría. «Han muerto muchas embarazada­s que no se vacunaron por este efecto de supuesta vacunación indirecta. Todas deben hacerlo, los estudios demuestran que son eficaces y seguras tanto para la madre como para el bebé», señala Bengoa.

A medida que aumenta la tasa de vacunación, disminuye la circulació­n del virus en cualquier entorno

La reducción de la transmisió­n minimiza el riesgo de que surjan variantes, la clave de la nueva normalidad

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La vacunación prioritari­a y masiva de los profesiona­les sanitarios ha hecho que se reduzca de forma importante la transmisió­n, incluso con Delta

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