La Razón (Cataluña)

La nueva guerra de las galaxias: la NASA, contra los «troyanos»

que, durante 12 años, cruzará nuestro sistema solar para estudiar unos pequeños cuerpos llamados «troyanos»

- Ignacio Crespo. MADRID

CuandoCuan­do Heinrich Schliemann empezó a excavar en 1870 las ruinas de lo que una vez fuera Troya poco podía imaginar él que, más de 250 años después, la humanidad entera se plantearía emprender un viaje de cuatro mil millones de kilómetros para encontrars­e con los «troyanos». Y es que en 1870 solo se entendía una cosa por troyanos y esta era, ni más ni menos, que los de Homero. Haría falta que pasaran 105 años para que ANIMAL apareciera sembrando el caos informátic­o, para muchos el primer virus troyano de la historia, diseñado por el programado­r John Walker. Pero ninguno de ellos, ni el virus ni los ciudadanos de Troya, son los objetivos de esta misión de la NASA, aunque tienen algo que ver. Entre el yacimiento Mármara y el virus de Walker, tuvo lugar una profecía legendaria de esas que contribuye­n a dar credibilid­ad a la ciencia. En 1772, Joseph-Louis Lagrange estaba estudiando el problema de los tres cuerpos (calcular la evolución de un sistema de tres objetos astronómic­os que orbitan unos en torno a los otros). De sus complejos cálculos deduDe jo varias cosas y, una de ellas le hizo pasar a la historia con un epónimo. Lagrange dedujo que si un objeto pequeño cayera en la órbita de un planeta se quedaría en uno de dos puntos formando 60 grados respecto a la línea que une al planeta y al Sol, ya sea a favor de su movimiento o en sentido contrario. Ahora conocemos estos puntos como puntos 4 y 5 de Lagrange (L4 y L5), ordenados según el sentido en que se desplaza el planeta, y los objetos que teóricamen­te deberían haber atrapado son los famosos «troyanos». Así empieza todo.

La verdadera odisea

Al fin, en 1906, entre Elena de Troya y ANIMAL, Max Wolf descubrió en la órbita de Júpiter el primero de los cuerpos teorizados por Lagrange, y, desde entonces, se abrió la veda para la caza de «troyanos» hasta el punto de que, ahora, la lista supera con creces los 1.600. Sin embargo, nunca los hemos explorado de cerca, con todo lo que tienen que contarnos sobre el origen de nuestro sistema solar, y, precisamen­te por eso, la NASA acaba de lanzar a Lucy. Podemos estar bastante seguros de que, cuando los aedos cantaban la historia de Troya, tiempo antes de Ulises, no sospechaba­n que la historia pudiera terminar así. hecho, es posible que aquellos antiguos griegos no sean los únicos confusos ante una misión así. En un primer instante, puede parecer que es una locura viajar tantos millones de kilómetros para estudiar «rocas» confinadas por la gravedad del Sol y de Júpiter actuando juntas. Sin embargo, si bien en su momento se pensaba que los «troyanos» eran asteroides como otros cualquiera, ahora sospechamo­s que puedan ser especiales. Todas las mediciones apuntan a que no son una población homogénea sino, por decirlo así, cada uno de su padre y de su madre. Esto sugiere que, tal vez, se hayan formado en lugares muy diversos del sistema solar, siendo representa­tivos de lugares incluso más remotos e ignotos para nosotros. Todos estos pedazos habrían sido reunidos en los puntos L4 y L5 del sistema Júpiter-Sol durante la formación de los planetas, puede que arrastrado­s por el movimiento de los planetas más masivos. En una sola frase: conocer a los «troyanos» nos hablará de los confines de nuestro vecindario y de los orígenes del sistema solar.

Un proyecto barato

Pues bien, en apenas cinco años y con un presupuest­o relativame­nte barato para lo que son estos proyectos, la NASA ha conseguido lanzar una misión capaz de viajar hasta L4 para estudiar a los llamados «griegos» y, posteriorm­ente, a L5 para observar a los verdaderos «troyanos». Para ello, han diseñado una sonda, Lucy, que, con 1.550 kilos de los cuales 821 son de combustibl­e, ya está cruzando el océano de vacío que nos separa de Troya. Sus casi 3x7 metros de tamaño aumentan a 15,8 cuando la sonda despliega sus paneles solares. Un viaje que, desde su despegue hace dos días, tardará 12 años en completar. Para lograrlo, Lucy aprovechar­á varias asistencia­s gravitator­ias, que son maniobras que buscan ganar velocidad al orbitar un objeto de grandísima masa, como un planeta. Del mismo modo, tendrá que realizar algunas en el espacio profundo empleando sus propulsore­s para cambiar su órbita y así de dirección. Con estas cabriolas espaciales, Lucy llegará a los «griegos» de L4 el 15 de septiembre de 2027 y el 2 de marzo de 2033 a los «troyanos» de L5. Le esperan por delante miles de millones de kilómetros de vacío, un viaje teóricamen­te tranquilo y planeado al milímetro que, sin embargo, tendrá en vilo a los aficionado­s al espacio, porque la nave de Ulises, ahora, se llama Lucy.

 ?? SOUTHWEST RESEARCH INSTITUTE ?? Ilustració­n de la sonda Lucy cerca de uno de los «troyanos»
SOUTHWEST RESEARCH INSTITUTE Ilustració­n de la sonda Lucy cerca de uno de los «troyanos»

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain