La Razón (Cataluña)

El Alex Ferguson de Montevideo

► Un maestro de récord. A pesar del mal momento de Uruguay, seguirá al mando en busca de su quinto Mundial con la celeste

- José Manuel Martín.

Uruguay quedó fuera del Mundial 2006 en la tanda de penaltis de la repesca frente a Australia y lo que parecía un drama fue en realidad el comienzo de una nueva edad de oro de la selección charrúa. Aquel desastre permitió la llegada al banquillo de Óscar Washington Tabárez, un maestro que llevó a la celeste a las semifinale­s de la Copa del Mundo de Suráfrica 2010 y a ganar la Copa América en 2011. Lleva 15 años al frente de Uruguay y aspira a ser el único técnico de la historia que participe en cinco Mundiales con una misma selección tras los de 1990, 2010, 2014 y 2018. Ahora, camino de Qatar 2022, las derrotas por goleada ante Argentina (3-0) y Brasil (4-1) han hecho dudar a la Federación Uruguaya, que se ha planteado su despido. «Fuimos muy superados por Brasil y me hago cargo, soy el total responsabl­e de esta derrota. No sé si alarma es la palabra, pero por supuesto que estamos preocupado­s. Ni nosotros ni los futbolista­s estamos bien. Pero nadie tira la toalla. Los que arreglan las cosas en el fútbol son los resultados», decía Tabárez en Manaos con ese tono pausado y tranquilo que lo ha acompañado siempre. Nadie mejor que él ha demostrado que no hace falta dar gritos y hacer aspaviento­s para liderar a un equipo desde el banquillo. Él convence desde el prestigio, la sabiduría y la experienci­a, y mucho más desde que una enfermedad crónica le obliga a estar siempre sentado durante los partidos y ayudarse de una muleta para caminar. Padece el síndrome de Guillain-Barré, un trastorno raro que afecta al sistema nervioso periférico, en el que los músculos pierden su capacidad de responder a los estímulos. Él mismo reconoce que no tiene dolor y que en algunas ocasiones es capaz de caminar sin muletas. Su imagen en el banquillo dando instruccio­nes a sus ayudantes para que las transmitan es ya clásica en la selección de Uruguay, a la que ha dirigido en 222 encuentros, dejando una marca que será difícil de superar en el futuro. Para el gran público europeo se dio a conocer cuando el AC Milan lo eligió como sustituto de Fabio Capello en el banquillo de San Siro. Antes había entrenado al Cagliari, donde llegó después de una etapa en Boca Juniors. Sus «enseñanzas» no cuajaron del todo en Italia ni en España, donde estuvo una temporada como técnico del Real Oviedo. Su estilo es más de proyectos a largo plazo, creando una forma de juego que no se adapta a las urgencias de la mayoría de clubes. En Uruguay, como ha reconocido varias veces, lo que hizo fue aplicar el método que José Pekerman instauró en Argentina, con éxitos en las seleccione­s juveniles que impulsaban a la absoluta. «No inventé nada, sólo apliqué lo que hizo Pekerman», admitía con esa humildad que lo ha hecho grande. Uruguay no está bien ahora y peligra Qatar 2022 pero, de momento, el maestro Tabárez seguirá en el cargo.

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