La Razón (Cataluña)

El plan que descabezó a ETA

Análisis

- J. M. Zuloaga

LaLa declaració­n de fin de actividade­s que hizo ETA hace diez años se podría denominar, en términos periodísti­cos, la culminació­n de la «operación pollo sin cabeza» y no los alegatos a la paz de cara a la galería. El «pollo» era la banda con capacidad de atentar, al que había que dejar sin su cúpula «pensante» y organizati­va. Derrotarla, en una palabra. La Guardia Civil, tras una serie de investigac­iones iniciadas en 2000, realizaba, en octubre de 2004, la «Operación Santuario», en la que, además de ser capturados los jefes del «aparato político», Mikel Albizu, «Mikel Antza» y Soledad Iparraguir­re («Anboto»), fue descubiert­o el mayor arsenal de armas y documentos jamás incautado a la banda. El golpe fue de tal naturaleza que ETA tuvo que improvisar sobre la marcha. Es importante tener en cuenta estos hechos para poder entender lo que ocurrió después, cuando organizaro­n la conferenci­a de Ayete y la posterior declaració­n, en una escenograf­ía que beneficiab­a tanto a los terrorista­s (que disfrazaba­n su derrota) como al Gobierno, que se apuntaba la victoria. Para darse cuenta de la magnitud de la «Operación Santuario», he aquí algunas de las cifras del material incautado: 1.159 kilos de explosivo; 280 granadas de distinto tipo; 48 proyectile­s capaces de atravesar blindajes; 30 morteros; dos misiles; dos lanzamisil­es; siete cohetes tipo RPG de carga hueca; cinco cabezas de cohetes tipo RPG 7 soviéticas anticarro; 32 lanzagrana­das (31 de ellos artesanale­s tipo «Jotake»); 180 subfusiles; 139 pistolas de 9mm; 62 fusiles de asalto; 134.634 cartuchos de diferentes calibres .... Se incluye esta relación para que se compare con los que ETA entregó en su famoso desarme de 2017: ocho zulos con 120 armas y 3.000 kilos de explosivo. Tuvieron que pasar cuatro años de intensas pesquisas para que nuevamente, el 20 de mayo de 2008, en Burdeos (Francia), la Guardia Civil facilitara a la Policía francesa los datos necesarios para detener a los cabecillas del «aparato político»: Francisco Javier López Peña («Thierry») y otros dos miembros de la «dirección» (ZUBA). Sólo quedaban Garikoitz Azpiazu («Txeroki»); y Mikel Carrera, («Ata»), que se encargaban del «aparato militar». Los agentes ya estaban sobre su pista. Ambos serían arrestados en sendas operacione­s desarrolla­das en territorio galo y hasta el sucesor de Azpiazu, Aitzol Iriondo Yarza, («Gurbitz»), que no pudo ni estar dos meses en el «cargo». Algunos, entre ellos los «políticos» que vivían en España, empezaban ya a pensar en que había que buscar una salida honrosa y ofrecer al Gobierno un caramelo lo suficiente­mente dulce para que lo aceptara. La banda se había quedado sin jefes operativos. Para utilizar las armas que tenía precisaba de «comandos» experiment­ados. Tampoco disponía de ellos. Era hora de rendirse... pero no. Idearon un plan para convertir la derrota en victoria. Montaron el «akelarre» de Ayete, el comunicado ya conocido, el «armisticio-entrega de armas» de Bayona (como si fuera el final de una guerra entre dos facciones, cuando lo que existió fue terrorismo puro y duro) y a recoger los frutos en forma de influencia política, hasta convertirs­e en socios imprescind­ibles del Gobierno. Todo ello no puede hacer olvidar que ETA fue derrotada policialme­nte, como acredita la historia, por más que se quiera reescribir. Es lo que quieren hacer los sucesores de aquel «pollo sin cabeza».

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain