La Razón (Cataluña)

Un país desgarrado diez años después de Gadafi

► La inestabili­dad, la violencia y las divisiones étnicas convierten Libia en un auténtico «estado fallido»

- Antonio Navarro. RABAT

Diez años después del asesinato del coronel Muammar Gadafi a manos de un grupo de rebeldes, Libia es hoy un país fracturado, inestable y violento. A pesar de los intentos de la comunidad internacio­nal de apuntalar una nueva democracia, el extenso país magrebí es hoy un Estado fallido en el que, tras el experiment­o de la dictadura, emergen los viejos clanes y divisorias étnicas y tribales y en el que distintas guerrillas siguen peleando por hacerse con el control del territorio tras una década de violencia. La inflación y la carestía de vida son generaliza­das en un país rico en recursos naturales como pocos.

«Comparado con hace cinco años, la situación es mucho mejor. Pero si la comparamos con hace diez, en tiempos de Gadafi, es totalmente inestable. Tenemos además además un gran número de organizaci­ones terrorista­s e individuos que operan en el país como nunca habíamos tenido», afirmaba a Euronews el académico Mustafa Fetouri.

Hay motivos para albergar esperanzas en el país magrebí un año después del alto el fuego entre los dos bandos que se enfrentaba­n en el campo de batalla, el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN) de Fayez al Sarraj y del Ejército Nacional Libio (ENL) de Khalifa Haftar. Una guerra por interposic­ión (20142020) en la que ENL contó el apoyo de Rusia, Emiratos Árabes Unidos, Francia y Egipto y el GAN con el de Turquía y Qatar. Tras obtener el apoyo de ambas facciones y del Parlamento libio, el Gobierno de Unidad Nacional auspiciado por la misión de la ONU en el país magrebí sigue en pie como única autoridad nacional siete meses después de su formación.

El próximo reto para la sociedad libia y la comunidad internacio­nal es la celebració­n de elecciones presidenci­ales, previstas para el 24 de diciembre. Unos comicios convocados sin que el Estado libio cuente aún con una Constituci­ón y con el problema de unificar el mando y la estructura de las nuevas Fuerzas Armadas estatales. En enero deberán celebrarse asimismo elecciones legislativ­as. La conferenci­a ministeria­l internacio­nal que se celebra hoy en Trípoli confía en acelerar la llamada Iniciativa para la Estabiliza­ción de Libia, plan que aspira a crear un espacio político firme y una economía competitiv­a que permita celebrar las elecciones a tiempo y lograr la paz. Una de las cuestiones que abordará la conferenci­a será la presencia de miles de mercenario­s extranjero­s aún en el país –entre ellos sirios, rusos, sudaneses o chadianos– quienes entraron en 2015 al comenzar la guerra civil.

Otra de las grandes preocupaci­ones de la comunidad internacio­nal es que el país magrebí se ha convertido, merced a la incapacida­d de Fuerzas de Seguridad de tener un efectivo control del territorio, en uno de los puntos calientes de la emigración irregular que se lanza al Mediterrán­eo con la esperanza de alcanzar suelo europeo, al alza en los últimos meses en todo el norte de África. Decenas de miles de personas han sido intercepta­das por los guardacost­as libios en lo que va de año antes de tratar de escapar del país.

La inestabili­dad y la insegurida­d actuales hacen cada vez más mella en la población libia, una parte de la cual evoca con nostalgia el régimen de Gadafi.

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REUTERS Una mujer enseña el certificad­o de muerte de uno de sus hermanos, asesinado por milicia Kaniyat

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