Manolo Alcántara descubrió que había una vez otro circo
SeguimosSeguimos para bingo con la sucesión de Premios Nacionales. El de ayer, el de Circo, para Manolo Alcántara, uno de esos tipos que se hacen a sí mismos como si de un científico se tratara. Ensayo, error, ensayo, error... hasta que se desarrolle un ente donde sentirse cómodo. Según el fallo del jurado del Ministerio de Cultura, hablamos de un señor de Esparreguera (Barcelona) que crea «un lenguaje y una dramaturgia muy personales y poéticos, que lo convierten en el artista único que es dentro del panorama circense de nuestro país». Y no rehúye Alcántara eso de ser «único». «Sí», sentencia antes de explicarse y ruborizarse por si puede «sonar cursi»: «Porque defiendo la singularidad, no porque sea mejor o peor. Me gusta que se identifique mi circo con mi persona y busco un sello propio». Igual que tenemos interiorizada la cocina y el cine de autor, el artista defiende su «firma», moldeada a lo largo de 25 años de lucha autodidacta. autodidacta. La «intuición y el corazón», dice, hace tiempo que se convirtieron en los principales motores para buscar sus puntos fuertes, pero también los débiles. Que no le gusta, que le da vergüenza, hablar en público, pues no hay otra que tirar de recursos para levantar una función como «Déjà vu», donde abrir la boca es completamente prescindible. «Por timidez nunca hablé en escena y así formé un camino», asegura quien ha llegado a «expresarme mejor con el gesto y los malabares que con la palabra». Por todo ello, y más, es por lo que Cultura le ha concedido este galardón con el que el artista circense aprovecha para levantar la voz en nombre del gremio. No pierde la ocasión y reivindica que no se quede nadie «fuera del saco» del bono cultural para jóvenes. Le gusta la idea de que las ayudas sean directamente para el público, el más pequeño en este caso, porque eso le repercutirá al escenario sin ninguna duda, pero sí tiene una cosa clara: «Que se incluya al circo, los títeres y todas las artes. Que los que hacemos circo, aunque no seamos tanta gente como la música o el teatro, también sabemos tocar la fibra». Es Alcántara parte de ese circo actual en el que no todo son payasos, elefantes con gorro y mujeres barbudas. Se «ha abierto el abanico a la entrada de otras disciplinas», como la dramaturgia: «Con las academias empezó a cambiar la jugada y luego ya han venido otras referencias de un circo más contemporáneo, como el de Quebec. Yo también quiero dar una vuelta de tuerca y aportar algo no tanto como un renovador, sino como un artesano que busca marcar la diferencia», argumenta un creador que es de los de ver el vaso medio lleno. Nunca medio vacío: «¿Quién lo ha pasado bien durante la pandemia? Nadie, pero lo que sí podemos asegurar es que se ha creado más que nunca y los que hacemos circo nos hemos remangado a pesar de ser el patito feo de las artes escénicas».