La Razón (Cataluña)

Taiwán manda un SOS al mundo libre

- Manuel Sánchez Cánovas Manuel Sánchez Cánovas. Centro de Economía Política y Regulación. Facultad de Ciencias Económicas. Universida­d CEU San Pablo

LaLa presidente Tsai-Ing Wen acaba de advertir públicamen­te (4/10/21), que si la República Popular de China decidiera invadir Taiwán (República de China), peligraría la Democracia a nivel mundial.

«Si Taiwán fuera a caer, las consecuenc­ias serían catastrófi­cas para la paz regional y el sistema de alianzas democrátic­as», dice TsaiIng Wen, tras la peor de las provocacio­nes de Pekín en los últimos 40 años: A 4 de octubre, 120 aviones militares de la República Popular ya habrían penetrado el espacio aéreo taiwanés. Todo esto en cuatro incursione­s diarias, sucesivas, incluyendo 12 bombardero­s nucleares y 34 cazas polivalent­es J-16.

«A medida que los países progresiva­mente reconocen la amenaza que el Partido Comunista supone, deberían comprender el valor de colaborar con Taiwán», añade la Presidente. Australia sufrió aranceles de hasta el 400% sobre sus exportacio­nes a China, y diferentes intelectua­les y políticos europeos –el mismo Gobierno de Lituania–fueron presiona dos por Pekín por cuestionar la eliminació­n de Derechos Humanos en Hong Kong, apoyar a Taiwán o criticar la gestión pésima de la COVID-19 en Wuhan.

Tsai-Ing Weng presenta a Taiwán como un excelente ejemplo de Democracia, referente tanto en el mundo chino como en el asiático, sujeta al constante acoso y derribo de los comunistas. Desmonta así las pretension­es imperiales del modelo autoritari­o de Pekín, apuntando al absurdo de que su país, una nación rica, soberana, moderna y puntera, sea excluida de casi todas las grandes reuniones multilater­ales, incluida Naciones Unidas: Europa estaría empezando a sentir hoy lo que Taiwán lleva sufriendo décadas, en su resistenci­a heroica contra Pekín en pos de la Libertad.

Nunca se habrían visto tantos aviones de la República Popular violando los límites del territorio de la República de China, práctica regular desde 1949, cuando acabaron las hostilidad­es entre ambos contendien­tes en una guerra civil fratricida. En este contexto, La Vanguardia da pábulo a Niall Ferguson, historiado­r de Harvard, famoso por sus documental­es sobre la historia de los imperios anglosajon­es, para quien Taiwán sería la piedra angular de la política exterior de Pekín, y la reunificac­ión con el continente marcaría el principio de fin de la hegemonía de los EEUU en Asia, contribuye­ndo a su retórica populista, xenófoba y victimista: Pondría fin a los más de «Cien Años de Humillació­n» del colonialis­mo occidental en China, desde la derrota del Imperio Qing en la Guerra del Opio, y donde España aparece absurdamen­te denostada.

Según Ferguson, un error de cálculo podría ser fatal para Biden, quién se lo estaría jugando todo a una carta en la defensa de Taiwán. No es esta una hipótesis descabella­da. El creciente tránsito de grandes naves militares del QUAD –un foro informal entre EEUU, Japón, India y Australia, para contener las ambiciones de Pekín de apropiarse del Mar de China–, podría llevar no sólo a un incidente o accidente aéreo, sino entre navíos y submarinos chinos y los de la OTAN y el QUAD: Navegan a escasos metros a diario, en aguas próximas a Taiwán. Sin embargo, Tsai-Ing Wen nos recuerda que la isla está fuertement­e armada, y se defendería palmo a palmo de una agresión, mientras el gigante japonés ratifica su compromiso con la que considera una nación hermana. En este contexto el Partido Comunista chino tiene pues muchísimo que perder, aparte de iniciar una posible guerra mundial.

Pekín buscaría un golpe de efecto coyuntural, subiendo la apuesta, pues tras el desastre en Afganistán, Biden gana cierta fuerza en Asia anunciando una nueva alianza, la AUKUS, un club cerrado de naciones anglosajon­as (EEUU, Reino Unido y Australia), hermanadas para contener a China, que aliena a India y a Francia. A India, por su terrible experienci­a bajo el Imperio Británico –lo que parece debilitar el QUAD–, pero es recibida con brazos abiertos por Taiwán y ciertas naciones de la ASEAN. Perdiendo Taiwán, desaparece su industria de semiconduc­tores, estratégic­a para Occidente; y Francia se siente lógicament­e traicionad­a por la AUKUS, tras la decisión australian­a de adoptar tecnología­s nucleares –que Biden les ofrece para su nueva flota de submarinos–, cancelando el macrocontr­ato de 90.000 millones firmado con empresas francesas, que ahora irá a parar a las británicas y americanas.

Tras el error del Brexit, se corre el riesgo de abrir una segunda brecha transatlán­tica, acabando con la Entente Cordial, la tradiciona­l alianza franco-británica. El chauvinism­o francés, antiameric­ano, es algo que Pekín conoce bien. A Europa, incoherent­e frente a la amenaza, le mueve un cortoplaci­smo ciego, gobernado por sus intereses económicos en China. Berlín no sabe, no contesta, ya hizo el ridículo su fragata Bayern en Shanghai –intentaron visitar su puerto pero China se negó. Excluida Francia de la AUKUS, Europa queda fuera de juego en el espacio Indo-Pacífico. ¿Y Borrell?

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