El Guggenheim, al rescate de las mujeres abstractas
LaLa historia del arte se había escrito en masculino. Era una página impar de nuestro pasado donde faltaba la otra mitad: las artistas. Durante años, la cinética de los tiempos había orillado la aportación de las creadoras, limitando su importancia a un papel secundario o, sencillamente, infravalorando sus aportaciones, en ocasiones bajo el signo de la anécdota o marcándolas como algo menor. La exposición «Mujeres de la abstracción», que el Museo Guggenheim de Bilbao, con la colaboración de la Fundación BBVA, inaugura ahora, aspira a enmendar esta falta imperdonable y a mostrarlas como «coagentes de la modernidad» y «agentes» activos de cada época. «La historia del arte se forjó a partir de cánones estéticos establecidos en los años treinta a ambos lados del Atlántico en un contexto eminentemente occidental y masculino que es preciso reconsiderar. Además, estos cánones están basados en una sucesión de movimientos en constante constante evolución, desdeñando aspectos específicos de la abstracción ligados a sus raíces espiritualistas, decorativas, performativas e incluso científicas», comentan los organizadores de este montaje, comisariado por Christine Macel, del Centro Pompidou, y Karolina Lewandowska, directora del Museo de Varsovia, en colaboración con Lekha Hileman Waitoller, del Guggenheim Bilbao. La misma Hileman explica qué motivos han dado pie a esta invisibilidad durante tanto tiempo: «No se puede generalizar porque aquí hay artistas procedentes de muchas partes. Pero en el mundo, antes, no había demasiados sitios donde ellas pudieran entrar para formarse en artes plásticas. Muchas sí tenían habilidades especiales, pero tenían que aplicarlas a otro tipo de artes, como el textil, haciendo ropa o diseños para decoraciones más domésticas. En este sentido –añade–, debemos pensar en diferentes niveles dentro de las propias las artes, que han tenido distinta manera de ser valoradas a lo largo del tiempo. Este tipo de dificultad de acceso a la educación resulta fundamental para comprenderlo». La muestra, que se suma así a otra exposición importante, la de la rebelde e increíble Alice Neel, que también acoge este centro, es un extenso recorrido a lo largo de cien años desde hitos ineludibles que marcaron el siglo XIX hasta alcanzar la década de1980. A través de unas 400 piezas y más de 110 artistas procedentes de todas partes del mundo se pretende mostrar este caudal de aportaciones que muchas veces ha sido ignorado o no se le ha dado la importancia que se le debe. «Es algo patente desde el inicio de la muestra, que comienza con una inédita incursión en el siglo XIX, redescubriendo el trabajo de Georgina Houghton de 1860, poniendo así de relieve los orígenes cronológicos de la abstracción y remontándolos hasta sus raíces espiritualistas», subraya Hileman.