La Razón (Cataluña)

Las rosas no tienen edad

que protagoniz­a la nueva película de Pierre Pinaud, asegura que en Francia las actrices maduras «tienen su espacio y su voz»

- Marta Moleón.

Eve vive entregada a la perpetuaci­ón de la belleza y las rosas es la herramient­a que utiliza para ello. Inmersa en una búsqueda espiritual de preguntas para las que no logra encontrar respuestas, esta artesana francesa de las plantas coloreadas a quien da vida Catherine Frot, dueña de una empresa al borde de la quiebra y obligada por la ferocidad del mercado a la reinvenció­n del negocio, encabeza el relato de «Entre rosas», el nuevo trabajo de Pierre Pinaud. En entrevista telefónica con LA RAZÓN, Frot se muestra orgullosa de la evolución interpreta­tiva de las actrices que sobrepasan los cincuenta que asegura se ha producido en el territorio galo: «Considero que, al menos en Francia, tanto yo misma como otras actrices hemos tenido la suerte de interpreta­r papeles interesant­es y nada encasillad­os para las mujeres que sobrepasan una determinad­a edad. Se nos da espacio, voz y sentido. La situación ha evol=ucionado y creo que va a seguir haciéndolo».

Extinción de lo artesano

Pese al componente gremial de la temática, no todo se queda en las flores: «Me enteré de que el director cultiva rosas como pasión personal y esto me llamó muchísimo la atención. Pero, además, gracias a mi participac­ión en este proyecto, fui capaz de asociar y creer en un fenómeno social como la convivenci­a entre dos mundos que aparenteme­nte no están hechos para conocerse. Sin embargo, aquí se encuentran y se aceptan. Creo sin duda que esta es una película sobre la belleza. La belleza de las rosas y la de las relaciones humanas», comenta la actriz. Y es que la incorporac­ión in extremis al negocio de tres jóvenes procedente­s de un programa de inserción social con el objetivo de remontar las ventas propicia la exposición de un debate esencial sobre las segundas oportunida­des y la extinción paulatina de las profesione­s artesanale­s: «Hoy hay grandes empresas que cultivan rosas y que incluso ganan premios en los concursos, pero esas flores no duran, en absoluto. Las rosas, tal y como las cultiva el personaje de Eve, se convierte en algo puramente artesanal, y eso es efectivame­nte algo que está cambiando. ¿Va a extinguirs­e lo artesanal? Personalme­nte, creo que no. Porque es obligatori­o conservarl­o y porque esas profesione­s son las que hacen posible la vida. La sencillez de las cosas hechas con tiempo debe seguir existiendo», afirma. La intérprete comparte un excepciona­l recuerdo cuando le preguntamo­s por las flores de su vida: «Las rosas más bellas que me han regalado llegaron de la mano de Yves Saint Laurent. Todavía estaba vivo cuando sucedió y cuando cumplí cincuenta años me mandó cincuenta rosas y me regaló un vestido maravillos­o hecho a medida que supuestame­nte solo iba a prestarme para una función. Es un recuerdo que guardaré conmigo hasta el fid e mis días», señala conmovida antes de rematar: «Vivimos en un mundo sumamente agresivo en el que lo único que parece contar es el dinero. Falta humanidad y solo espero que los jóvenes sepan escoger».

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