La Razón (Cataluña)

Está pasando

- María José Navarro

Servidora,Servidora, que sale menos que una monja encerrona, está muy contenta de haberse echado a las calles estas semanas. La gente tiene ganas de salir. El español está llenando los bares, los restaurant­es; está compensand­o todo lo que la hostelería ha sufrido; está disfrutand­o de los amigos, de este tiempo cojonudo que hace en este país maravillos­o del que somos y en el que vivimos. Hablo con amigos de Valencia, de Granada, de León, de Cáceres. Piso mi Albacete y me cuesta encontrar un rinconcill­o en una barra, una mesica pa tomarme una ración de queso frito. No hay nada mejor que encontrars­e a los paisanos de nuevo contentos. Da gusto bajar al bar de barrio de la esquina, que tiene un torrezno por el que merece la pena ocupar una terraza de la acera, en la vereda, que dicen en Argentina. Todo cuenta para recuperar esa sensación de libertad, de viento en la cara. Para reencontra­rnos con ese vecino adusto que llevó la pandemia mejor que tú pero al que la soledad se le hizo bola igual que a ti. Todo eso favorece a la economía de un país que tiene la sensación (en cada bloque y comunidad de vecinos) de que ignoramos cómo vamos a salir de esta; de que quizá esta alegría recuperada nos pase factura al rato; de que igual es pan para hoy y hambre para mañana. Este Gobierno nos ha acostumbra­do al trampantoj­o, al espejismo, a vivir tan al día que por la noche no sabes si el jueves vas a poder poner la puta lavadora. Pero, ahí estamos, bebiéndono­s este vasito de felicidad a pequeños sorbos, no vaya a ser que de golpe se nos acabe antes de poder ser dichosos de nuevo. Mientras todo esto ocurre, mientras volvemos al armario, a ponernos guapos para salir, dice Cáritas que hay once millones de excluidos sociales. Miren, no trato de amargarles el postre, pero esto también pasa. Esto también es España. Esto sucede mientras los que van ligeritos de cartera prefieren pasar mal rato por no encontrar mesa en su restaurant­e de lujo favorito a caer en que hay millones de compatriot­as jodidos, hartos, amargados. Hay millones de españoles que tomar el aperitivo lo conjugan en pretérito. Eso también está pasando.

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