La Razón (Cataluña)

Alex Saab, la pieza clave de la corrupción chavista

► EE UU ofrece 10 millones de dólares a cambio de informació­n de Álvaro Pulido, socio del testaferro de Maduro

- Víctor Amaya. CARACAS

HaHa sido el número dos del chavismo quien ha hablado con mayor franqueza del asunto, confirmand­o que el empresario colombiano Alex Saab se convirtió en ficha fundamenta­l del andamiaje financiero del régimen venezolano, especialme­nte desde que se instauraro­n las sanciones norteameri­canas.

«Fue uno de los pocos encargados de burlar las sanciones de EE UU y traer medicinas, alimentos y hasta gasolina a Venezuela. Claro que le pagaron por eso. ¿Qué estaba ganando? Claro, que estaba ganando, estaba haciendo negocios», asegura Diosdado Cabello. Sus palabras son una admisión pública de una violación constituci­onal, pues Nicolás Maduro ha insistido en que Saab es «embajador», pero la Carta Magna establece que «quien esté al servicio de la República no podrá celebrar contrato alguno con ella».

La propaganda oficial afirma que Saab es juzgado en Florida por haberle dado comida al pueblo venezolano. El barranquil­lero enfrenta ocho cargos por lavado de dinero, a partir de contratos con el Estado venezolano que datan de 2012 y 2013 para la construcci­ón de viviendas, siguiendo una investigac­ión que inició al menos en 2015, un año antes de que comenzara la importació­n de comida.

En ese negocio presuntame­nte lo acompañaba su socio el colombiano Álvaro Pulido, que desde esta semana tiene una recompensa en EE UU por hasta 10 millones de dólares por informació­n que conduzca a su arresto. Se presume que Pulido está en Caracas.

El Departamen­to de Justicia americano registra que los primeros contactos de Saab con el régimen bolivarian­o comenzaron en 2009. Un año más tarde, conseguirí­a el favor de Hugo Chávez para un contrato de construcci­ón de viviendas que registró u sobrepreci­o de hasta cuatro veces el costo.

En 2011, según las autoridade­s de EE UU, Saab comenzó a relacionar­se con tres hijos de la esposa de Maduro, Cilia Flores, y logró más contratos de construcci­ón pagando cuantiosos sobornos. Varios inmuebles nunca se terminaron. Entre 2012 y 2013 Saab aprovechó el sistema de control de cambio para sobrefactu­rar exportacio­nes de Ecuador a Venezuela. Las operacione­s involucrar­on cuentas bancarias en EE UU por las cuales hoy se le juzga en ese país, además de Panamá, Bahamas y Anguila. El caso generó una investigac­ión por parte de la Fiscalía de Ecuador en 2013 que condujo a una imputación por lavado de activos, que fue anulada.

En 2014, se convirtió en importador de maíz, trigo, arroz y soya con contratos millonario­s a través de una firma en Panamá, mientras se beneficiar­on más del esquema corrupto del control de cambio venezolano, según el portal de investigac­ión Armando.info. Luego Saab intentaría morder el negocio petrolero en 2015 con la empresa Trenaco, creada para obtener un apetecido proyecto de la petrolera estatal venezolana, por 4.500 millones de dólares. Cuando el contrato cayó, Trenaco desapareci­ó.

En 2016 nacieron los CLAP, el sistema de distribuci­ón de alimentos subsidiado­s del Gobierno de Maduro a partir de productos importados. Entonces Saab se hizo aun más fuerte, fundamenta­l para la revolución. A través de una sociedad registrada en Hong Kong, vendió la comida al régimen, pre

suntamente con intermedia­ción del entonces gobernador de Táchira, José Gregorio Vielma Mora. Los productos se pagaban con dólares preferenci­ales, pero se facturaban con sobrepreci­o. Esta semana, Vielma Mora, junto a otras cuatro personas, fueron acusadas en Florida por participar en una trama de lavado de las ganancias de esos contratos.

En 2017, la fiscal general venezolana, Luisa Ortega Díaz, expulsada del cargo y del país cuando «traicionó» al chavismo, dijo que Saab era un testaferro de Maduro, que también se beneficiab­a de la sobrefactu­ración de 112% en los alimentos. El propio Saab negaba al periódico colombiano «El Tiempo» conocer al mandatario y decía: «No hago parte de la empresa vinculada a los alimentos».

Un análisis químico hecho en Caracas a la leche importada por Saab desde México, de distintas marcas, demostró que era pobre en calcio y proteínas, pero estaba repleta de carbohidra­tos y sodio. Y un estudio de las autoridade­s mexicanas confirmó que el atún enlatado tenían altos niveles de soya, proteína vegetal más barata que la natural del pescado, y carbohidra­tos. Estas publicacio­nes no detuvieron el flujo de negocios ente el régimen de Maduro y las empresas de Saab, que cambió la sede de sus firmas hacia Turquía y Emiratos Árabes Unidos. Es más, el empresario diversific­ó el negocio y pasó a importar medicinas.

En 2018, apareciero­n las Tiendas CLAP, de la empresa Salva Foods, otra de las firmas de Saab con Pulido. Recibieron locales comerciale­s del Estado para instalar tiendas de grandes superficie­s. En paralelo, Saab entró al negocio del oro venezolano del Arco Minero, con un empleado suyo nombrado como presidente de Minerven (la estatal minera venezolana) y la instauraci­ón de negocios para cambiar metales preciosos por bienes de consumo entre Venezuela y Turquía.

En 2019, el Departamen­to del Tesoro de EE UU sancionó a Saab y a Pulido por sus relaciones con el régimen venezolano y sus negocios turbios Un año después sería detenido en Cabo Verde, durante un viaje con destino a Irán, por una solicitud de EE UU a Interpol. Entonces Maduro lo nombró embajador y le dio nacionalid­ad para tratar de salvarlo, como antes sí lo logró con Hugo «El Pollo» Carbajal, cuando fue detenido por narcotráfi­co en Aruba en 2014.

Esa detención abrió un boquete al silencio. Se revelaron y admitieron las relaciones entre el chavismo y Saab, que ambos negaban. Se descubrió la importanci­a del colombiano en el acceso de Maduro a mercados internacio­nales. Y se confirmó que el dinero sucio deja trazas.

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EFE Un hombre pasa en Caracas junto a un cartel en apoyo del empresario colombiano Alex Saab

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