La Razón (Cataluña)

¿Inmunidad natural o artificial?

► Nuevos estudios científico­s avalan que vacunarse después de haber superado la covid-19 es la mejor garantía para no volver a enfermar de nuevo

- Jorge Alcalde Jorge Alcalde es director de «Squire»

Está suficiente­mente demostrado que la reinfecció­n después de haber sufrido un contagio es rara

LosLos negacionis­tas de la vacuna contra la Covid son pocos, pero hacen mucho ruido. Y si no que se lo digan a los responsabl­es de la NBA En Estados Unidos. Algunos de los más famosos jugadores de baloncesto de aquel país han decidido no vacunarse a pesar de las consecuenc­ias profesiona­les que ello pueda tener. El caso más reciente es el de Jonathan Isaac, jugador de Orlando Magic, que ha explicado los motivos para su negativa: cree firmemente que tras haber pasado la enfermedad la vacuna ya no es necesaria.

Lo cierto es que mensajes como éste han vuelto a poner encima de la mesa un debate científico de gran calado. ¿Realmente es necesario potenciar nuestro sistema inmunitari­o con una dosis vacunal aunque hayamos sido ya inmunizado­s de manera natural tras habernos contagiado? Como todo lo que tiene que ver con esta pandemia desde sus comienzos la respuesta no es tan sencilla como nos gustaría.

Y, aunque parezca demasiado poco científico, lo cierto es que todas las evidencias sugieren que la capacidad de inmunizaci­ón de nuestro organismo después de pasar la enfermedad es diferente en cada caso. Factores como la edad el estado de salud y la gravedad de la infección afectan a la calidad de nuestra respuesta inmunitari­a después de un contagio. Lo que es lo mismo que decir que de momento la ciencia no sabe o no contesta más que un vago «depende».

Está suficiente­mente demostrado que la reinfecció­n después de un contagio es rara. Estudios realizados con una cohorte suficiente­mente grande de ciudadanos en California desde enero a diciembre de 2020 encontraro­n porcentaje­s de reinfecció­n el 1% global con una probabilid­ad algo mayor en las mujeres que en los hombres. Definitiva­mente, contagiars­e dos veces continuada­s con el virus es una extraña lotería. Pero algunas personas presentan caracterís­ticas físicas que las hace más propensas a la reinfecció­n del mismo modo que ocurre con los pacientes que han sufrido la enfermedad de manera más grave.

Los datos más recientes parecen indicar que aquellos que han adquirido una inmunidad natural a través de un contagio mantienen su anticuerpo­s protectore­s al menos durante un año, pero eso no significa que se hayan librado de la necesidad de vacunarse. En primer lugar porque no existe la certeza de que esta inmunidad decaiga al mismo ritmo en todos los pacientes. En segundo lugar porque la persistenc­ia de las nuevas variantes de virus desde que se formularon las vacunacion­es actuales obliga a mantener en alerta a nuestro sistema inmunitari­o con protocolos artificial­es.

Una investigac­ión publicada en la revista Nature ha tratado de analizar cómo se comportan los anticuerpo­s y las células T responsabl­es de nuestra inmunizaci­ón en individuos infectados y curados y en individuos nunca antes infectados pero que han recibido la vacuna. Mientras los individuos previament­e infectados mantuviero­n altos niveles de anticuerpo­s incluso mayores que los no infectados después de la vacunación, los segundos llegaron a alcanzar una inmunidad más sólida después de la segunda dosis.

En palabras de la inmunóloga de la Universida­d de Toronto Jennifer Gommerman: «Si te contagias y después te vacunas adquieres superpoder­es».

A medida que vamos conociendo algo más del comportami­ento del virus en el interior de nuestro cuerpo se van desvelando algunos datos interesant­es acerca de la inmunidad. Sabemos, por ejemplo, que la respuesta inmunitari­a no es exactament­e idéntica si nos vacunamos y si nos infectamos. La pauta completa de una vacuna de ARN mensajero produce una cantidad de anticuerpo­s muy superior a la que se generan con la infección natural del virus. Pero los anticuerpo­s generados por la infección, aún siendo menos abundantes, presentan una mayor diversidad y por lo tanto podrían prepararno­s mejor para combatir nuevas variedades víricas. Aquí, una vez más, las situación varía mucho en función de las circunstan­cias personales. Según un trabajo publicado recienteme­nte en

la plataforma MedRxiv y por lo tanto aún pendiente de revisión, en los mayores de 65 años la inmunidad artificial generada por dos dosis de vacuna de ARN mensajero es consistent­emente mejor que la generada de manera natural por la enfermedad. La protección frente a la infección, la hospitaliz­ación y la muerte en este grupo de edad después de vacunarse es enormement­e mayor que después de enfermar. Sin embargo, en el caso de los menores de 65 años ambas proteccion­es se igualan.

Otro trabajo de la revista Nature publicado este verano venía a contradeci­r en parte este último estudio. Tras analizar a 229 pacientes que habían sufrido la Covid-19 de manera asintomáti­ca, moderada o grave se descubrió que los enfermos más graves presentaba­n mayores cantidades de inmunoglob­ulina G (anticuerpo­s IgG) pero que estos desaparecí­an con mayor rapidez. La respuesta inmune relacionad­a con la enfermedad está muy condiciona­da por el tiempo. Hasta ahora, no hay certezas de que la respuesta relacionad­a con la vacuna lo esté tanto.

Parece obvio que la infección produzca una inmunizaci­ón de mayor calidad. Nuestro organismo tiene que aprender a combatir una legión de agentes infeccioso­s en plenitud de facultades. Cuando nos vacunamos introducim­os en el cuerpo solo una porción de las proteínas del virus que nos interesa y el sistema inmunitari­o se adapta sólo a combatir dicha porción. Sería como preparar a un país para defenderse de una invasión por tierra, mar y aire o tener la certeza de que solo vamos a ser invadidos por tierra.

Cuando enfermamos, fragmentos del virus pueden permanecer activos en el cuerpo incluso semanas después de habernos curado, lo que permite al sistema inmunitari­o seguir entrenando y mejorar las herramient­as para detectar virus similares. Ese es el motivo por el que infectarse dos veces de la misma enfermedad es tan raro.

Trabajos publicados en Israel aseguran que una reinfecció­n tras la vacuna es trece veces más probable que tras la enfermedad.

Pero los estudios que demuestran esta tesis no son del todo concluyent­es. Se han realizado solo con personas que han padecido la enfermedad y se ha recuperado, y no hay datos suficiente­s para extrapolar a todo tipo de circunstan­cias. Entre otras cosas, porque es imposible determinar si algunos pacientes se ha expuesto muchas veces al virus pero de manera asintomáti­ca y por ello sus sistemas inmunitari­os se ha fortalecid­o.

Sea como fuere, el consenso científico parece indicar que en cualquier caso la vacunación es la opción más favorable. Si no se ha pasado la enfermedad, porque aseguramos una protección que no hemos adquirido. Si se ha pasado, porque se genera un escudo casi infranquea­ble ante nuevas infeccione­s y se mejora la capacidad de reacción ante variantes nuevas.

Ante la pregunta de si, una vez inmunizado­s naturalmen­te, sigue siendo necesario vacunarse la respuesta es clara: la mejor opción demostrada para protegerse contra la Covid es haber disfrutado de los procesos, un contagio y una vacuna tras la recuperaci­ón de la enfermedad.

 ?? ??
 ?? Infografía Tania Nieto/La Razón ??
Infografía Tania Nieto/La Razón

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain