Un alegato de la herencia mexica y española
Durante el siglo XVII se popularizó representar en los biombos, una palabra que proviene del japonés, materias de raíz histórica y urbana. Una tendencia que excedía un mero interés artístico y que estaba permeado por unos claros intereses políticos y sociales. La exposición «Tornaviaje», que el Museo del Prado acoge hasta el próximo 13 de febrero, trata de reivindicar en nuestro país el arte americano que vino a España. Todos conocen el arte español que viajó a América, pero, en comparación con el viaje inverso, supuso un tráfico de obras bastante inferior. Una de las piezas más sobresalientes de la colección que se ex pone es el llamado« Biombo de estrado », una obra capital del arte virreina. Es algo más que una pintura, es una representación exacta del ideario y los principios que defendían las élites criollas. A un lado está representada la conquista de Tenochtitlan, centro del imperio azteca. Con un vivo realismo y sin escatimar detalles se representan los principales eventos de ese suceso. Por el otro lado se puede contemplar un detallado plano urbano de México en el siglo
XVII. Una manera plástica de reclamar la doble naturaleza cultural que existían en sus raíces. Por un lado, están los mexicas y, por el otro, el español. Una herencia, parece desprenderse de su lectura, que convive de manera conjunta. La pieza, de una extremada delicadeza, intentaba mostrar la lealtad que los mexicanos debían la monarquía española, pero, también reivindicaban el orgullo de su naturaleza americana, un sentimiento que desembocaría en los procesos de independencia.