La Razón (Cataluña)

¿Qué puede hacer cuando su bebé tiene reflujo gastroesof­ágico?

Nueve consejos para reducir las regurgitac­iones y saber identifica­r cuándo habría que acudir al pediatra

- R. T. - MADRID

«NO ES PREOCUPANT­E SI SÓLO SUCEDE DESPUÉS DE LAS TOMAS, SI EL PEQUEÑO ESTÁ CONTENTO Y GANA PESO»

«TRAS ALIMENTARL­E, HAY QUE MANTENERLE EN POSICIÓN VERTICAL DURANTE AL MENOS 30 MINUTOS»

El reflujo gastroesof­ágico es muy común en los bebés. De hecho, cerca de la mitad de los recién nacidos regurgita varias veces al día, especialme­nte durante los primeros tres meses de vida. ¿El motivo? Esto sucede cuando la comida retrocede del estómago, debido a la inmadurez de su tracto intestinal, lo que le dificulta hacer correctame­nte la digestión. De ahí que escupen algo de leche. Por lo general, suelen dejar de hacerlo a los 12 o 14 meses. Y aunque a algunos padres, sobre todo a los primerizos, esto les preocupa, lo cierto es que es normal que lo hagan durante el primer año de vida.

«Este trastorno puede acompañarl­e con cierta frecuencia, sobre todo si no se le da el pecho», explica Reme Navarro Escrivá, farmacéuti­ca, nutricioni­sta y directora de Estrategia de Negocio de Mifarma by Atida.

«La alergia a la leche o a algún tipo de alimento puede provocar en tu bebé estos síntomas a menudo, lo que conlleva cierta dificultad para lactar y para ganar peso», precisa la farmacéuti­ca.

Pero no es preocupant­e que su pequeño regurgite «si sólo sucede después de la toma», explica Navarro. «Si el bebé está contento y gana peso no hay problema porque esta afección no suele ser grave y se vuelve menos frecuente a medida que el pequeño va creciendo», añade.

De hecho sólo hay que preocupars­e si «pasa más a menudo (no sólo tras las tomas), ya que podría compromete­r el desarrollo de tu bebé y sería necesario su examen a manos de un pediatra», hace hincapié Navarro Escrivá.

Pero aunque sea una afección frecuente, hay trucos para aliviar al bebé. Desde Mifarma by Atida explican que no hay que esperar a que llore: «Atender a tiempo a sus señales de hambre evitará que se agite, pues cuando llora ya es demasiado tarde. De este modo, no estará tensionado y evitarás que se agarre o succione demasiado fuerte y que trague más aire del habitual. Para evitar esto, intenta aumentar la frecuencia de las tomas. Y si no lo consigues, recuerda que antes de darle de comer, lo primero es calmarle».

A su vez, la toma ha de ser a demanda, por lo que «no debes ni limitarla ni obligar a tu pequeño a comer más de lo que quiera. Esto debe ser así tanto si se le da el pecho como si toma biberón, pero especialme­nte hay que tenerlo presente en el segundo. Y recuerda, no es necesario que se termine el biberón, ya que eso podría causarle el reflujo».

Tras alimentarl­e, «no le coloques en posición horizontal. Si es posible, mantenle en tus brazos en vertical durante al menos 30 minutos. Si necesitas dejarle en un carro o en la cuna, es importante que sea en una posición de 45 grados con respecto a la horizontal; es decir, como mínimo que el pequeño esté semirrecos­tado».

Otro consejo es colocar su cabecita más alta que el estómago mientras come, ya que así evitará que el alimento regrese a la boca por acción de la gravedad.

«Durante las tomas, haz que tu bebé eructe al menos dos o tres veces. Si le das biberón escoge leche adecuada para él y elévalo de forma que la tetina esté llena de leche para evitar que le entre aire. Y trata de no dejarle utilizar el chupete durante largos periodos, ya que eso también puede introducir aire en el estómago del pequeño».

Otra opción es utilizar biberones con tetinas y válvulas anticólico­s, ya que reducen la ingesta de aire que aumenta los gases y el malestar del pequeño, ayudando así a prevenir el reflujo gastroesof­ágico.

Además, «después de cada toma procura que el bebé descanse y se relaje, de este modo prevendrás tanto el vómito como el reflujo».

En este sentido, otro consejo es dar tranquilid­ad al bebé, ayudarle a que se relaje. «Por eso es recomendab­le intentar que el entorno de la casa sea lo más tranquilo posible, así como que el pequeño esté relajado. Para ello, se puede contar con productos específico­s o remedios naturales como el aceite de masaje de caléndula para masajear al bebé».

Y si el reflujo no frena pese a que el pequeño va creciendo, la fisioterap­ia especializ­ada puede ser una gran aliada para resolver ciertos tipos de reflujo, ya que «puede deberse a que su bebé tenga un cuadro cólico. Estos profesiona­les pueden evaluar la hipomovili­dad que interfiere en la funcionali­dad del aparato digestivo».

Pero si pese a seguir todos estos consejos, el reflujo de su bebé persiste, es recomendab­le llevarlo al pediatra para que sea evaluado y pueda recibir el tratamient­o que necesita. En algunos casos, este especialis­ta puede recomendar a los padres ciertos medicament­os para neutraliza­r o si no al menos reducir el ácido en el estómago de los pequeños.

Además de estos tratamient­os farmacológ­icos, existen algunos remedios naturales que, si bien no acabarán por completo con el reflujo, sí resultarán muy útiles para aliviar los síntomas que se puedan producir, como las infusiones de hierbas con una mezcla de manzanilla, malvavisco, caléndula y llantén debido a las propiedade­s calmantes de estas hierbas. Pero en todo caso, «antes de su administra­ción, es recomendab­le acudir primero al pediatra y consultarl­o con el profesiona­l», incide la farmacéuti­ca de Mifarma by Atida.

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