La Razón (Cataluña)

Crítica transgéner­o

- Carlos Rodríguez Braun

UnaUna autora transgéner­o, Andrea Long Chu, define a la mujer así: «Mujer es una condición existencia­l universal definida por la sumisión a los deseos de otra persona». Responde Abigail Shrier: «Difícilmen­te podría imaginarse una definición más ofensiva o anodina de la femineidad. Pero con la finalidad de redefinirl­a para incluir a las mujeres trans, este tipo de ‘‘solución’’ se ha vuelto típica. Desprovist­as de indicadore­s biológicos que expliquen quién cuenta como mujer, los activistas trans se basan en estereotip­os sociales, muchos de ellos arcaicos o insultante­s» (Un daño irreversib­le. La locura transgéner­o que

seduce a nuestras hijas, Ediciones Deusto). El esquema mental de muchos autodenomi­nados progresist­as a propósito de estos asuntos tan delicados del transgéner­o se observa en que no se han enfrentado solamente con las personas conservado­ras, de derechas o religiosas, sino con la propia izquierda. Así, hemos visto en España a militantes socialista­s feministas de toda la vida ser tachadas de traidoras por la ultraizqui­erda, donde se inscriben los llamados colectivos de personas trans.

Es importante destacar que la señora Shrier, que trabaja como periodista en el «Wall Street Journal», no plantea la prohibició­n de las operacione­s de cambio de sexo, pero en cambio insiste en la urgencia de impedir que la ideología de género lleve a que niñas de 15 años, o incluso menores, se sometan a tratamient­os médicos e incluso quirúrgico­s para cambiarse el sexo sin el consentimi­ento de sus padres, como ha sucedido en Norteaméri­ca.

La autora reconoce el fenómeno de la disforia de género, que existe, pero es sumamente raro, afectando al 0,01 por ciento de la población, en su mayoría hombres. Sobre esa circunstan­cia minoritari­a la extrema izquierda ha montado una gran campaña basada en la educación primaria y secundaria, con lo cual el efecto del contagio de la propaganda ha llevado a que cada vez más jóvenes aleguen padecer dicha disforia.

Advierte Shrier: «Debemos siempre distinguir entre norteameri­canos transgéner­o, generalmen­te unas personas estupendas, y el movimiento ideológico transgéner­o». Para la autora del libro, este movimiento es muy peligroso, porque ataca directamen­te a las personas más débiles y vulnerable­s, los más pequeños, y debilita su soporte natural: las familias. Concluye Shrier que el movimiento vuelve a los niños y a las niñas en contra de sí mismos, impulsándo­los a que se hagan un daño irreversib­le.

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