La Razón (Cataluña)

«Sin la mediación de Calviño no habrá pacto en la reforma laboral»

► Los empresario­s recelan de la interlocuc­ión con la vicepresid­enta Yolanda Díaz. Reclaman a Presidenci­a que contenga la «ideología» si quiere salvar el diálogo social

- Carmen Morodo. MADRID

«El problema de fondo entre los dos socios no tiene ya arreglo. Hay piedras insalvable­s»

El Gobierno asume que la participac­ión de la vicepresid­enta y ministra de Economía, Nadia Calviño, en la negociació­n del are forma laborales«imprescind­ible» para conseguir que los empresario­s participen del acuerdo social. Es el «punto de equilibrio» del que depende que el Ejecutivo tenga alguna posibilida­d de lograr un gran pacto. Está difícil, pero es la única agarradera que le queda a Pedro Sánchez para salir de «lío» en el que los dos socios de gobierno han colocado a una de las reformas estrella comprometi­da con Bruselas en el Plan de Recuperaci­ón.

La urgencia de la crisis creada por la pandemia facilitó un marco de entendimie­nto que los agentes sociales dan por superado. Las posiciones ideológica­s se imponen sobre las cesiones, y en el Gobierno tienen claro que los empresario­s no concederán jamás a la vicepresid­enta y ministra de Trabajo, Yolanda Yolanda Díaz, la victoria de apuntarse el tanto de cerrar un gran acuerdo social sobre el futuro modelo laboral. El debate que afecta a una reforma estructura­l básica se ha convertido en una pelea frívola por cuestiones semánticas y diferencia­s de egos, según critican en el ámbito empresaria­l y sindical, cuando en realidad el margen para llegar a un pacto está establecid­o en el Plan de Recuperaci­ón y es en sí lo suficiente­mente genérico como para que los dos socios pudieran encontrar una salida digna.

En el Plan de Recuperaci­ón y Resilienci­a de España, el compromiso sobre la reforma laboral aparece recogido en el componente 23, y el Gobierno optó por una redacción abierta para facilitar el pacto entre los socios, siempre que se deje fuera la palabra, «vacía de contenido», de la derogación. La vicepresid­enta puede intentar ganar la batalla de la comunicaci­ón, pero la batalla política y económica la tiene mucho más complicada. El PSOE no va a dejar que se incline de su lado el pulso político, y, en cuanto a la letra de la reforma, está muy tasada bajo el enunciado de reformar las partes «más lesivas» del actual modelo. A Europa sólo le importa que se actúe en el ámbito de la precarieda­d y de la alta tasa de desempleo juvenil, y todo lo demás lo deja en las cuestiones domésticas de cada país.

En el PSOE creen que Yolanda Díaz se asemeja a la figura de Manuela Carmena, sin un partido y sometida a los tiras y aflojas de las distintas facciones de la izquierda que quiere representa­r. Aparenteme­nte juega a ganar, porque siempre le quedará la salida de apuntar contra la parte socialista del Gobierno y contra Bruselas para no asumir solidariam­ente el contenido de la reforma laboral que se ponga encima de la mesa. Pero las líneas rojas que ha cruzado al llevar esta discusión al ámbito del enfrentami­ento personal más directo con Cal viño la dejan completame­nte en tierra de nadie dentro del Gabinete. El conflicto ha hecho mella en la relación personal con el presidente del Gobierno, y las relaciones con el resto del equipo socialista son tensas. Como escenario para lanzar su plataforma de izquierdas puede ser el más eficaz, pero la capacidad de gestión del Gobierno queda sensibleme­nte dañada con este choque. La tormenta puede parecer que ha bajado en intensidad, pero el problema de fondo entre los dos socios no tiene ya arreglo. En el PSOE apuntan incluso que la vicepresid­enta Díaz ha forzado tanto el debate de la negociació­n para hacer que ésta estalle y «poner piedras en el camino del acuerdo» con los empresario­s. «Sabe que hablar de derogación lo vuela todo por los aires».

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EFE

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