La Razón (Cataluña)

Los retos del Teatro Real

- Gonzalo Alonso

NoNo tenía desperdici­o el primer párrafo de la crítica de mi colega y amigo Alberto González Lapuente en «Abc» al inicio de la temporada del Teatro Real con «La Cenerentol­a». Escribía que «El Teatro Real estrenó anoche su temporada número cien, a la que no duda en calificar como la mejor de toda su historia. Además de autosufici­ente, la afirmación es peligrosa pues desdeña los caprichos de la divinidad. El Real debería ser cauteloso y tomar como ejemplo sus propias enseñanzas...». Estaría sordo y ciego si pensase que es su mejor temporada. Pero ha empezado igual que terminó la anterior: con una comunicaci­ón formidable: premio al «mejor teatro», incorporac­ión de

Paloma O’Shea y otras personalid­ades a su patronato, nombramien­to de Teresa Berganza como patrona de honor tras dedicársel­e las funciones rossiniana­s... Pero, lo cierto, es que el Real tiene muchos retos por delante que no se solucionar­án sólo con comunicaci­ón.

Los mejores teatros del mundo no andan diciendo que lo son, simplement­e lo son. Ni el Met, ni la ROH, ni la Bayerische Staatsoper, etc. afirman ser el mejor teatro. De entrada, a ninguno de estos teatros se les ocurriría abrir temporada con una producción de un tercero. De hecho, hace unos quince años se aprobó en patronato la apertura anual con una producción/coproducci­ón nueva. Se hace algo verdad el refrán «Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces». El Real ha de ser consciente de su situación, sus problemas y sus retos.

La gran fortaleza actual respecto a su pasado es justamente su mayor debilidad. En un patronato en 2004 expuse «Me gustaría solicitar a este Patronato, y muy especialme­nte a su Presidenci­a, que el Teatro Real funcione como en los teatros pertenecie­ntes a democracia­s maduras, con independen­cia del poder político de turno». Marañón lo ha logrado y, salvo su solicitada continuida­d cada vez que cambia el ministro de cultura, puede funcionar sin interferen­cias. Ya ni siquiera de un patronato tan numeroso que se hacen inviables las intervenci­ones y, por tanto, sólo sirve para el lucimiento. No se me olvidará la fuerte discusión que tuvimos Miguel Muñiz y yo en uno de hace años, que terminó con el director general abandonand­o la sesión y Carmen Calvo, entonces presidenta del patronato, dándome la razón. Eran otros tiempos sin duda. Esa independen­cia citada se ha conseguido a base de reducir las subvencion­es públicas y sustituirl­a en buena parte por el patrocinio y la taquilla. De ahí que los precios de las entradas sean un disparate, costando más que en los teatros citados y sin sus repartos. La entrada más cara en el pasado festival de Múnich para «Tristan» con Petrenko, Kaufmann y Harteros apenas superaba los 200 euros y los niveles de vida en Alemania y España no son comparable­s. Algo se tendrá que hacer y, a mí, no me cae duda de el qué.

Pero, hablando de precios, no es lógico que las entradas para algunos segundos o terceros repartos cuesten lo mismo que para el primero. Como sí sería lógico que en los estrenos se hiciese lo mismo que en la Scala: quien quiera asistir que pague un sobrepreci­o elevado. Son bastantes los retos pendientes y esperemos que el estupendo equipo que forman Marañón, García-Belenguer y Matabosch reaccione.

«Los precios de las entradas son un disparate, costando más que en el Met»

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain