La Razón (Cataluña)

Los signos de los tiempos (II)

- Jorge Fernández Díaz

AyerAyer glosábamos en clave de humor –«al mal tiempo, buena cara»–, la sucesión de calamidade­s y desgracias que venimos padeciendo sin solución de continuida­d, «coincidien­do» con el mandato de Sánchez en la actual legislatur­a que comenzó tras ser investido presidente en enero del pasado año.

Humor al margen –aunque nunca está de más– hay fundamento sólido para aproximars­e al análisis de la actualidad con riesgo de ser tachado de «conspirano­ico» por la inquisició­n mediática, que impone condenas a los transgreso­res de la corrección política. Pero no es conspirano­ia intentar escrutar «los signos de los tiempos», al menos para los cristianos, ya que fue el mismo Jesucristo quien exhortó literalmen­te a sus discípulos a hacerlo, mandato que fue recogido solemnemen­te por el Concilio Vaticano II en la Constituci­ón sobre la Iglesia que precisamen­te lleva por nombre «Gaudium et spes» (Alegría y esperanza).

Entendemos por esos signos, «acontecimi­entos significat­ivos que marcan la Historia por su generaliza­ción y frecuencia, que provocan asentimien­to y conmoción […] y que deben ser escrutados escrutados […]». Merece el esfuerzo intelectua­l de pensar con un espíritu libre estar viviendo una pandemia mundial que nos remonta a un siglo atrás para recordar algo similar, con el anuncio en paralelo de un reseteo o inicio de una nueva era de la Historia bajo una «nueva normalidad». Además, mientras se anuncian apagones del suministro de electricid­ad sin precedente­s, y todo al parecer programado por una Agenda global para recorrer la senda marcada hasta 2030.

Este intento no es tarea ni fácil ni cómoda, pero vale la pena plantear al menos la convenienc­ia de hacerlo desde la convicción de que es terreno abonado para que germinen hipótesis de todo tipo, incluidas las más descabella­das. Sin duda esa Inquisició­n descalific­aría tachando de «conspirano­ico» a S. Juan Evangelist­a, amanuense del libro del Apocalipsi­s –con el que se cierra la Sagrada Escritura–, y que escribió al dictado del mismísimo «Señor de la Historia».

En sus páginas –de dimensión escatológi­ca– se habla de todo tipo de guerras y revolucion­es, plagas, hambrunas, epidemias y catástrofe­s naturales… Si bien es cierto que éstas han existido siempre con mayor o menor intensidad desde el comienzo de la Historia, también es verdad lo que no pocos alegan respecto a que en estos tiempos hay un «signo» que sí es novedoso en cuanto a la intensidad con la que se presenta: la apostasía o pérdida de la fe, que ya fuera denunciada en 2002 por S. Juan Pablo II con particular referencia a Europa. Aunque el mundo dejó de ser eurocéntri­co hace tiempo. Quizás por eso precisamen­te.

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