La Razón (Cataluña)

Un millón al día de multa a Polonia por su injerencia en la Justicia

► El TJUE exige a Varsovia disolver la sala disciplina­ria del Supremo que persigue a los jueces críticos

- Mirentxu Arroqui. BRUSELAS

La guerra entre Varsovia y las institucio­nes comunitari­as se recrudece. El Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) condenó ayer a Polonia a una multa record de un millón de euros diarios hasta que el país no desmantele la sala disciplina­ria del Tribunal Supremo, un organismo que, según Bruselas, socava la independen­cia de los jueces. En caso de que Polonia se declare en rebeldía y no quiera pagar esta multa, el Ejecutivo comunitari­o ya ha anunciado que descontará esta cantidad de los fondos europeos del país. No existe escapatori­a.

El 14 de julio, el alto tribunal europeo dictaminó mediante medidas cautelares para paralizar el funcionami­ento de este tribunal. Aunque en un primer momento, Polonia dio a entender al Ejecutivo comunitari­o que iba a obedecer lo dictado por la corte europea, en septiembre la Comisión Europea concluyó que Polonia no estaba cumpliendo lo prometido y es cuando pidió al tribunal con sede en Luxemburgo la imposición de una multa diaria.

«El cumplimien­to de las medidas cautelares ordenadas el 14 de julio de 2021 es necesario para evitar un daño grave e irreparabl­e al ordenamien­to jurídico de la Unión Europea y a los valores en los que se basa esa Unión, en particular el Estado de Derecho», según reza el comunicado difundido ayer por el alto tribunal europeo.

Según el análisis de Bruselas, el régimen de los jueces polacos y esta cámara disciplina­ria que toma las decisiones cercena la libertad de los magistrado­s, ya que permiten dictar investigac­iones disciplina­rias y sanciones en función de sus sentencias y de las cuestiones prejudicia­les prejudicia­les planteadas ante el Tribunal de Justicia de la UE. Además, esta Cámara esta compuesta únicamente por magistrado­s selecciona­dos por el Consejo Nacional, nombrado por el Parlamento polaco, lo que redunda en la intromisió­n del Poder Legislativ­o en el Judicial.

La respuesta del país ha sido fulminante. El viceminist­ro de Justicia, Sebastian Kaleta, asegura que el alto tribunal europeo se está extralimit­ando en sus funciones. «El TJUE desprecia e ignora por completo a la Constituci­ón polaca y las sentencias del Tribunal Constituci­onal. Actúa fuera de sus competenci­as y abusa de las sanciones económicas y otras medidas provisiona­les», criticó ayer Kaleta. «Esta es la siguiente fase de una operación para impedir la soberanía de Polonia, de su propio sistema de Estado, es una usurpación y un chantaje», añadió.

La guerra entre Polonia y Bruselas ha vivido en las últimas semanas nuevas batallas. A principio de mes, el Constituci­onal polaco puso en duda la preeminenc­ia del derecho comunitari­o sobre el nacional, lo que constituye uno de los principios nucleares de la pertenenci­a al club comunitari­o. Lejos de rebajar la tensión, en un discurso en Estrasburg­o, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, acusó a Bruselas de estar utilizando el «chantaje» económico y de querer convertir Polonia en una provincia» de la UE.

La Eurocámara y algunas naciones como Países Bajos han presionado en las últimas semanas a la Comisión Europea para que active el mecanismo que supedita la llegada de los fondos europeos al cumplimien­to del Estado de derecho. La legalidad de este instrument­o ha sido recurrida ante el Tribunal de Justicia de Luxemburgo y, aunque desde el punto de vista formal nada impide que la Comisión comience a actuar, ésta ha decidido esperar hasta que se conozca este fallo, en línea con las tesis defendidas por países como Alemania y España. Una vez activado el mecanismo, serán necesarios de cinco a ocho meses para que se pueda proceder a la congelació­n de las remesas europeas y será necesaria una mayoría cualificad­a de países que refrenden este veredicto. De momento, Bruselas se ha limitado a congelar el fondo de reconstruc­ción post pandemia.

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REUTERS Un grupo de migrantes de Somalia en Siemianowk­a, Polonia, junto a la frontera con Bielorrusi­a

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