La Razón (Cataluña)

Los españoles somos más pobres cada día

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NoNo descubrimo­s nada nuevo si afirmamos que los españoles llegan a final de mes cada día con mayores dificultad­es. Las economías domésticas padecen los rigores de una escalada de precios en artículos de primera necesidad y en sus costes regular es desconocid­a desde hace años. La vida está imparable mente caray múltiples factores contribuye­n a ello. La inflación, el denominado impuesto de los pobres-enuna acepción que ha hecho fortuna, pero que parece desajustad­a-crece desajustad­a-crece sin pausa y se erige hoy como una de las principale­s amenazas no solo para la prosperida­d y el bienestar de los ciudadanos y el futuro de las empresas, sino para la evolución de la recuperaci­ón nacional. Los precios marcaron un nuevo hito negativo en octubre y son ya un 5,5% más altos de lo que eran hace un año. Para tomar conciencia de lo que supone el dato sirva apuntar que es el mayor incremento interanual en 29 años, desde el mes de septiembre de 1992. Desde esa fecha y hasta el presente la evolución del Índice de Precios al Consumo (IPC) nunca había contabiliz­ado un periodo mensual tan negativo. El impacto de esa realidad, que va a más como demuestra que en septiembre la subida fuera del 4%, se fundamenta en la presión tan negativade­las tarifas de la electricid­ad, la gasolina y el gas, que han castigado sobremaner­a la cesta de la compra. En este punto, es particular­mente seria la incidencia sobre lo que se denomina «servicios Covid», los más básicos, que se han disparado un 16,2%. Igualmente relevante en este escenario sombrío es la inflación subyacente -que no tiene en cuenta el precio de los alimentos ni de los productos energético­s-, que se apunta un incremento del 1,4%, que, aunque más moderado, es un 0,4% superior al mes anterior. En este contexto, inquieta más que sorprende la actitud relativist­a y contemplat­iva del Gobierno queja lea su particular milagro económico, su arcadia feliz, que solo existe y resiste ene largument ario propagandí­stico de La Moncloa. Puede que en realidad la coalición socialista comunista se frote las manos con la idea del pelotazo en la recaudació­n vía impuestos indirectos con una inflación en estos niveles, e incluso que aluda a ese manida y cuestionab­le referencia de que un IPC alto es una señal de crecimient­o. En realidad, es un castigo para las rentas más bajas, pero no solo, porque lo impregna todo y los damnificad­os se globalizan,con desviacion­es muy serias en las propias y ya imposibles estimacion­es del Gobierno, y no digamos nada del consumo o de partidas críticas como las pensiones. Claro que hay factores exógenos que determinan en parte esta perniciosa espiral, pero el Gobierno contribuye con su pulsión expansiva a recalentar la economía y a inflamar ese bucle inflaciona­rio que podría incluso derivaren estanf la ción. Hay señales de ello en las tripas de la economía nacional con resortes estresados. La vida está demasiado cara, pero este Gobierno no para de celebrar «buenas» noticias. Urge sobriedad y control para enfriar la fiesta del gasto que nos anuncian.

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