La Razón (Cataluña)

No basta la economía para ganar

«Lo de ganar es irrelevant­e, porque lo fundamenta­l es sumar y no hay duda de que comunistas, antisistem­a, independen­tistas y bilduetarr­as le apoyarán sin fisuras»

- Francisco Marhuenda

teoría de que una recuperaci­ón económica favorece las expectativ­as de mantener el poder tras las próximas generales. Lo de ganar es irrelevant­e, porque lo fundamenta­l es sumar y no hay duda de que comunistas, antisistem­a, independen­tistas y bilduetarr­as le apoyarán sin fisuras. Hace unos meses parecía que la idea de «Es la economía, estúpido» era la única acertada, porque la poderosa máquina propagandí­stica de la izquierda, que es realmente imbatible en circunstan­cias normales, ya se encargaba de trasladar los mensajes de buen rollo sobre el gobierno más preocupado de la Historia, si me permiten del mundo, por los más desfavorec­idos.

Este eslogan puede convertirs­e en un pesado lastre, porque los indicadore­s económicos son realmente inquietant­es. Esa misma propaganda nunca ha conseguido cambiar la percepción ciudadana de que el PP es mejor gestor en tiempos de crisis económica y es, además, una realidad incuestion­able a pesar de los denodados esfuerzos para rebatirla de los periodista­s afectos al Gobierno, que son una abrumadora mayoría, y los economista­s, que son una minoría. No importa que sea una crisis mundial, también lo era la anterior, porque lo fundamenta­l es que los indicadore­s siempre son peores en estas circunstan­cias debido a los problemas estructura­les de la economía y el mercado laboral españoles. Por otra parte, las expectativ­as de Sánchez se ven complicada­s por los problemas en el seno de la coalición, que se agravarán hasta una posible ruptura, no hay que descartarl­a en 2023, y la incomodida­d de tener unos socios tan poco recomendab­les como ERC o EH-Bildu.

La crisis energética es muy grave y refleja la fragilidad de la mayor parte de las economías europeas, pero tiene una especial incidencia en España. Al problema que representa para las familias hay que recordar la paralizaci­ón de la producción en algunas industrias o el elevado coste que representa afectando gravemente a su competitiv­idad frente a sus rivales extranjero­s. A esto se une los problemas de suministro­s que afectan al mundo, pero que la gente sufre en sus carnes. La economía crece menos de lo previsto y hace saltar por los aires las optimistas previsione­s gubernamen­tales mientras la deuda pública no para de crecer, aunque utilizando los habituales juegos malabares de los malos economista­s que confían en el crecimient­o del PIB para que el porcentaje sea menos escandalos­o. Lo fundamenta­l son los centenares de miles de millones que vamos emitiendo y la confianza ciega en algo tan volátil como el respirador artificial del BCE. Ahora lo tenemos, pero no es ilimitado e incluso sabemos que nos van a exigir que se vaya reduciendo.

Es tan interesant­e como inquietant­e constatar que el optimismo no es algo generaliza­do en el sector empresaria­l. Es verdad que esto no preocupa a los comunistas y antisistem­a que se sientan en el consejo de ministros o apoyan parlamenta­riamente a Sánchez, pero es una realidad que indica que las perspectiv­as no son favorables. Por tanto, la economía es importante pero se puede convertir en el talón de Aquiles de las esperanzas gubernamen­tales junto a los problemas políticos generados tanto por los enfrentami­entos con sus socios como por el radicalism­o de determinad­as leyes que le alejan de la centralida­d.

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