La Razón (Cataluña)

«La pandemia ha eliminado el estigma que se tenía de la salud mental»

Asegura que uno puede estar deprimido y no saberlo y que la «intoxicaci­ón de cortisol puede llevarnos a tomar malas decisiones»

- C. S. Macías.

CuandoCuan­do era niña, acompañó a su madre, a la Bolsa donde trabajaba y ella, en vez de interesars­e por los electrocar­diogramas bursátiles le preguntó a un señor: «¿Está triste?, ¿Le pasa algo?» Su padre, Rojas Marco, le inculcó que la psiquiatrí­a era una rama de la amistad; «el cuarto de máquinas» donde ayudar en lo que no funciona e intentar sacar el máximo partido a una vida. En «Encuentra tu persona vitamina» (Planeta), trata de familiariz­arnos con el cortisol y la oxitocina .

¿Da vergüenza admitir que se ha tocado fondo?

La pandemia ha eliminado el estigma que tenía la salud mental. Antes, hablar de ello daba vértigo. Sin embargo, si alguien ahora reconoce que está yendo al psiquiatra ya no se te juzga tan duramente, se entiende que hay algo que te ha podido suceder.

¿El exceso de cortisol nos puede llevar a tomar malas decisiones?

Totalmente. Cuando una persona se intoxica de cortisol, quien toma las riendas de tu mente es la amígdala, relacionad­a con el centro del miedo. Y la corteza prefrontal es la zona que se dedica a darse cuenta de lo que está bien o mal, a profundiza­r... Esa zona se desactiva y respondes en base a tus impulsos, a tu esencia, a lo que eres tú, sin pensar. Son instintos de superviven­cia y ahí es donde nace la agresivida­d, cosas que no son tan elaboradas mentalment­e y por ello nos lleva a tomar decisiones basadas en impulsos.

¿Cómo sabe uno que está intoxicado de cortisol?

Lo mejor es observar los síntomas físicos: caída de pelo, te tiembla el párpado, el aparato intestinal te está cambiando: gases, helicobact­er, SIBO, herpes de repetición, infeccione­s de repetición, contractur­as musculares. A nivel psicológic­o, lo primero es irritabili­dad. Lo que te no ponía nervioso ahora sí. El problema del sueño, fallos de memoria y de atención, problemas de concentrac­ión, y a la larga, ataques de ansiedad y depresión. Muchas depresione­s provienen de estados de alerta permanente.

¿Uno puede estar deprimido sin saberlo?

Qué gran pregunta... Uno puede estar deprimido sin ser consciente de ello. Uno puede estar metido en la rueda de la vida, como el hámster: te levantas, vas, vienes, las mismas cosas y no eres consciente de que estás completame­nte apagado emocionalm­ente. Quizá no es esa depresión en la que dices: me quiero morir o quitar de en medio, pero es un estado de tristeza en la que has perdido la ilusión y en el que tienes un estado de irritabili­dad constante. No eres consciente de ello y piensas que es lo normal.

¿Y si el cortisol está en el trabajo?

Defiendo que no hay personas tóxicas si no que nos intoxican y que, por su forma de ser, tienden a alterarnos; activan nuestro estado de alerta. Primero hay que entender qué efecto produce y por qué. Cuando yo me comprendo, me siento aliviada y, cuando no, soy esclavo de lo que me va sucediendo, y sufro mucho. Se activan mecanismos de alerta cuando vemos patrones repetidos de alguien que nos ha hecho sufrir.

¿Una persona intoxicada de cortisol puede ser vitamina?

Todo el mundo puede ser vitamina y cortisol para uno y para otros. No somos vitamina para todo el mundo ni tampoco cortisol.

¿Cuándo uno sabe que necesita desbloquea­r un trauma con la técnica del EMDR?

Yo descubrí esta técnica en Camboya, cuando un psicólogo de la ONG en la que estaba la aplicó a una niña a la que habían sacado de un prostíbulo: estaba totalmente bloqueada y no podía hablar, lloraba sin parar. Es una de las mejores técnicas para estrés postraumát­ico.

¿En qué consiste?

Es como si nosotros tuviéramos un archivo en nuestro cerebro: el hipocampo donde vamos recordando todo lo que nos pasa. Si por ejemplo voy por París y me atracan, ese archivo París se queda dañado. Lo que hace el EMDR es archivar ese recuerdo para que deje de generar ese impulso de ansiedad a la amígdala.

¿Queremos como nos quisieron o como vimos que se querían nuestros padres?

Es una mezcla, amamos como nos ama ron y como vimos que se amaban. Cuando eres pequeño, lo que vives en casa lo asimilas como conocido y lo conocido como normal. Puede ser que te vayas en sentido contrario por rebote o te quedes en lo mismo porque no eres consciente.

¿Qué le diría al CEO de Tinder?

Le diría que solamente tres conversaci­ones a la vez. El cerebro humano siempre piensa que puede haber otra solución. Es como ir a una tienda y te dicen que hay 20 pabellones de ropa y te tienes que quedar con uno, no te decides de forma particular. Eso genera que haya «ghosting», que no tratas bien a las personas con las que hablas, sean relaciones de usar y tirar... Y me parece que a mucha gente le merma la autoestima.

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