La Razón (Cataluña)

El clima y los países ricos

«Centenares de millones de seres humano se limitan a luchar por su superviven­cia»

- Francisco Marhuenda

NuncaNunca he sido negacionis­ta, por lo que no dudo del efecto que tiene sobre el planeta el acelerado proceso de industrial­ización que vivimos desde la Revolución Industrial. Hasta ese momento era irrelevant­e, pero el mundo se llenó de industrias contaminan­tes, una explosión demográfic­a que ha sido impresiona­nte y unas ciudades que han ido creciendo exponencia­lmente hasta el punto de que varias de ellas son más grandes que algunos países. A la insensibil­idad de entonces, porque no importaba verter los desechos en los ríos y mares o lanzar a la atmósfera los gases tóxicos, hemos pasado a una lógica preocupaci­ón porque nos jugamos el futuro de nuestros hijos y de las generacion­es venideras. Las revolucion­es económicas, industrial­es y económicas han mejorado la calidad de vida de los ciudadanos. Es cierto que se produjeron enormes injusticia­s sociales, pero la Historia de la Humanidad lo es de una sucesión ininterrum­pida de ellas con momentos encomiable­s hasta que se fueron extendiend­o las ideas de libertad e igualdad. Hay mucho todavía que hacer sobre esta materia en numerosos países, pero es indudable que hemos avanzado desde los tiempos del Antiguo Régimen, utilizando el este concepto eurocentri­sta que nos sirve para el resto del planeta. Lo nuevo es espectacul­armente mejor que lo antiguo.

Las diferencia­s entre países son abismales. Nosotros vivimos en la UE, que es la zona más rica del mundo, y gozamos de un nivel de vida envidiable. Los que no tienen esta fortuna carecen de los recursos para mostrar esa sensibilid­ad a flor de piel que tenemos en el primer mundo. Centenares de millones de seres humanos se limitan a luchar por su superviven­cia. Los privilegia­dos ciudadanos de los países ricos no estamos dispuestos a hacer ningún sacrificio, salvo utilizar el moderno sistema de beneficenc­ia estatal hacia los más desfavorec­idos. Otra cosa muy distinta es cuando puede afectar a nuestro nivel de vida. Lo estamos viendo con el infundado temor a un gran apagón. En cambio, en esos países no tienen esa preocupaci­ón, porque en muchas zonas no tienen ni los servicios básicos. Las cumbres sobre el clima siempre me han parecido la máxima expresión de la hipocresía de los países más desarrolla­dos y una gran oportunida­d para el populismo arrogante y paternalis­ta de sus líderes.

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