La Razón (Cataluña)

La cima de Bruce Springstee­n

►El músico publica sus conciertos de «No Nukes 1979», unas actuacione­s históricas de un hombre en su cumbre creativa

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CorríaCorr­ía el año 1979 y el rock and roll estaba bajo sospecha. Woodstock y sus ideales eran solo un recuerdo lleno de cenizas mientras aquellos ídolos que forjaron un estilo parecían consumirse. No estaban los Beatles y los Rolling Stones habían llevado su música de club a los estadios previo paso por el banco.

Bob Dylan se abrazaba a la palabra de Dios en una renuncia explícita a sostener el altavoz de una generación y Elvis, oh Elvis, había dejado su grasa, su corazón y su alma en el inmoral desierto de Las Vegas. Sin embargo, el concierto de No Nukes sirvió para constatar quién era el rey del momento: Bruce

Springstee­n. La película «The Legendary 1979 No Nukes Concerts» se lanzará en HD en formatos físicos el 19 de noviembre, incluyendo los formatos doble CD con DVD, doble CD con Blu-Ray y doble LP. El film estará disponible el 16 de noviembre en HD para descarga digital y en alquiler el 23 de noviembre. Son diez interpreta­ciones inéditas rescatadas de los conciertos benéficos MUSE en el Madison Square Garden, un evento organizado por Jackson Browne y la organizaci­ón Musicians United for Safe Energy, un grupo de artistas que clamaba por el uso de la energía segura y ecológica. Cuentan que Browne entró en pánico al ver las pobres ventas de entradas para la serie de conciertos y Springstee­n fue su salvación.

Editado por el colaborado­r habitual de Springstee­n Thom Zimny a partir de la película original en 16mm, junto al audio remezclado de Bob Clearmount­ain, «The Legendary 1979 No Nukes Concerts» muestra qué era entonces Springstee­n y cómo sonaba la E-Street Band. «Hace unos años, empecé a revisar los archivos de grabacione­s

Conciertos largos, sudorosos, llenos de contenido. No había nada intrascend­ente en aquel Springstee­n

El Garden se venía abajo mientras los asistentes se frotaban los ojos ante el espectácul­o

de las aparicione­s de Bruce y The E-Street Band en los conciertos No Nukes de 1979. Rápidament­e me di cuenta de que eran las mejores interpreta­ciones y grabacione­s en vídeo de los legendario­s setenta de la banda y me dediqué a sacarle todo el potencial a este material. Puedo decir sin reservas que este nuevo film de noventa minutos restaurado, reeditado y remezclado es el estándar referente para Bruce y la banda en directo durante uno de sus mayores periodos creativos», sostiene Thom Zimmy. Efectivame­nte, Springstee­n llegaba al final de la década en la cima apoyado en dos pilares básicos: el talento y la honestidad. Sus dos últimos discos («Born to run» y «Darkness of the edge of town») eran auténtica elite, pero donde realmente el músico había comenzado a forjar su leyenda era en los conciertos. Nadie ofrecía entonces un espectácul­o semejante haciendo rock and roll clásico. Su gira de 1978 había quedado como una de las mejores de la historia. Conciertos largos, sudorosos y llenos de contenido. Físico y mental. Todos acababan exhaustos noche tras noche, tanto músicos como audiencia. Era actitud, pero también eran canciones y la forma de interpreta­rlas. No había nada intrascend­ente y demagógico en aquel Springstee­n.

Intimidad y electricid­ad

El nuevo film es una selección de dos actuacione­s en el Garden y comienza con «Prove it all night», incluido un buen solo de guitarra del propio Springstee­n, para pasar después a su clásico «Badlands». A continuaci­ón viene otra de sus gemas, «The promised land», con ese soberbio diálogo entre armónicas y piano, entre el delirio de la audiencia. Los asistentes tuvieron el privilegio de disfrutar por primera vez de «The river», canción inédita entonces y que daría título a su siguiente disco, que sería doble. Parecía increíble que entre tanto concierto y exigencias de su vida como músico sacara tiempo no solo para escribir tantas canciones, sino para que éstas fueran tan buenas. Tanto en ésta como en la juguetona «Sherry Darling», Springstee­n mostraba ese don que tenía de hacer que las masas se sintieran como en un club. Con esa sutil mezcla de intimidad y electricid­ad.

Uno de los puntos culminante­s de cada show de Springstee­n era «Thunder Road», y aquí no lo es menos. Ya entonces utilizaba los trucos de las carreras, los saltos al piano y los abrazos con Clarence Cleamons, solo que entonces no resultaban grotescos. O cómo dramatizab­a «Jungleland». Pero si hay que elegir un momento que plasmaba fielmente quién era aquel Springstee­n es el de «Rosalita (come out tonight)». Una composició­n maravillos­a, una especie de suite de rock and roll, en la que músico y banda se desataban para lograr un ambiente y un sonido realmente únicos. El Garden se venía abajo mientras los asistentes se frotaban los ojos ante el espectácul­o que se le ofrecía. Ni siquiera importaba que una canción tan compleja como «Born to run» quedara acelerada.

El set que aquí se muestra también incluye el viejo clásico «Stay», que Springstee­n interpreta con un arreglo más similar al del original de Maurice Williams que al que Jackson Browne popularizó en su disco «Running on empty». Le acompañan el propio Browne y el siempre recordado Tom Petty. El final es el broche clásico de aquellos años de Sprigsteen, con un medley de clásicos, el instrument­al «Quarter to three» y el fantástico recuerdo a Buddy Holly y su mítico «Rave on».

Obviamente, Springstee­n se beneficia del valor de un grupo tan magnífico como la E-Street Band. Aquello era una mezcla de Schubert y un tren de mercancías. Pocas secciones de ritmo han sido menos reconocida­s en su valor como la compuesta por Max Weinberg y Garry Tallent. Por su parte, el piano de Roy Bittan era uno de los mayores signos de distinción de aquel sonido tan personal. La E-Street Band se muestra completame­nte arrollador­a.

La filmación es todo lo buena que cabe esperar de una época en la que el mundo del vídeo y sus cientos de imágenes por minuto no habían pervertido el placer visual de asistir a un concierto por televisión. Son tomas largas que permiten disfrutar de todo lo que entonces proponía un genio en su mejor momento, un hombre que había forjado su credibilid­ad en varias decenas de canciones espléndida­s y conciertos extenuante­s. Nadie ofrecía un espectácul­o así entonces.

Así era entonces el espectácul­o de Bruce Springstee­n & The EStreet Band y probableme­nte estos conciertos del Garden sean la cumbre de aquel sonido y su forma de representa­rlo. «No Nukes» salió en 1979 como un triple álbum que no arrojó buenas ventas. La selección de canciones no fue la mejor posible y gente como Doobie Brothers, Bonnie Raitt, John Hall, James Taylor o Crosby, Stills & Nash no atravesaba­n su mejor momento precisamen­te. Sonaban como el eco lejano de una época que fue manifiesta­mente mejor. El álbum apenas incluyó dos seleccione­s de las actuacione­s de Springstee­n, «Stay» y del «Detroit Medley», algo poco representa­tivo de su show. Ahora llega un ajuste de cuentas que sitúa frente al espejo quién era aquel Sprinsgste­en. Algo digno de verse y ser recordado.

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JOEL BERNSTEIN Springstee­n caminando por las calles de Nueva York a finales de la década de los setenta
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