Opinión Verso digital
Ignacio Rodríguez Burgos
LosLos países que encabecen la revolución digital liderarán el futuro. Hay que sumar el mayor talento posible y es inconcebible no contar con las mujeres. Se necesita su incorporación a las ramas científicas y técnicas del saber. Ellas fueron pioneras en la digitalización. Charles Babbage construyó en el XIX su máquina analítica, primer prototipo de ordenador. Su colaboradora Ada Lovelace consideraba que la relación con las computadoras no debía ser solo numérica. Se debería «hablar» con ellas. Lovelace, hija de Lord Byron, creó el primer algoritmo, el inicial verso matemático de la digitalización.
En la IIGM, EE UU reclutó miles de matemáticas para calcular las complejas trayectorias balísticas de sus buques. El éxito en la batalla dependía de la fiabilidad de sus operaciones elaboradas a lápiz y papel. A la vez, balbuceaban las primitivas computadoras. Seis mujeres, encabezadas por Betty Syder y Jennings Bartik, crearon la primera programación para uno de los innovadores ordenadores electrónicos, el ENIAC. Destaca Grace Murray Hooper, militar y calculadora humana durante la guerra, quien participó en el Mark I y creó el mítico lenguaje COBOL. Con avanzada edad fue llamada por dos veces a filas para poner orden en el caos informático del Pentágono en los años 60. Al final, pudo jubilarse de contraalmirante. La carrera de Margaret Hamilton, directora de Ingeniería de Software del programa Apolo, también alcanzó altura. Sin sus conocimientos, los primeros pasos en la Luna habrían llegado más tarde. Hoy, muchas mujeres protagonizan el salto digital en la economía de datos, en IA, energía y finanzas y demasiadas veces desde el anonimato, como sus antecesoras.