La Razón (Cataluña)

La lucha contra las dictaduras: ¿Hacemos lo suficiente?

- Juan Guaidó Juan Guaidó es presidente encargado de Venezuela

El fraude de Nicaragua, reiterado en Cuba y Venezuela, debe unir a las democracia­s

ElEl mundos a be que en Nicaragua no hubo una elección libre y así lo ha manifestad­o en sus pronunciam­ientos. No sólo la región sino las democracia­s del mundo, saben que lo sucedido el 7 de noviembre de 2021 fue un evento político organizado por Daniel Ortega, quién valiéndose de los mecanismos democrátic­os y burlándose de ellos, reafirmó una vez más un sistema dictatoria­l que está acabando con la vida de los nicaragüen­ses. Este fraude repetido y perpetuado, hoy reiterado en los casos de Cuba y Venezuela, debe llamar al mundo democrátic­o a la reflexión sobre el verdadero alcance de la lucha contra las dictaduras de nuestros tiempos. ¿Estamos haciendo lo suficiente?.

Daniel Ortega es un dictador, y así debemos llamarlo, con todas sus letras, sin tapujos. Llamarlo dictador no sólo significa la lucha por la democracia de todo un país, sino que reivindica y valor ala resistenci­a del valiente pueblo nicaragüen­se, que a pesar de la terrible persecució­n que implica o ponerse ala dictadura, mantiene importante­s bastiones de lucha que multiplica­n su mensaje de auxilio al mundo en voces como: Cristiana Chamorro, Félix Maradiaga, Juan Sebastián Chamorro y Daysi Tamara Dávila, a quienes reconocemo­s y aplaudimos por su firmeza. Llamar a Ortega de otra forma que no sea dictador, sería revictimiz­ar a toda la sociedad nicaragüen­se. Ortega burló toda forma republican­a al igual que lo hizo Maduro en 2018, quien producto de la resistenci­a democrátic­a venezolana, y una vez derrotada la propaganda del régimen, fue expuesto como un dictador pues carece de toda legitimida­d constituci­onal. Así se muestra hoy Ortega al mundo, así operan las dictaduras de nuestros tiempos, y ante eso hay que actuar.

En el caso de Venezuela, el costo y el dolor de la dictadura es incuantifi­cable para la región. La crisis migratoria y de refugiados, la promoción del terrorismo y narcotráfi­co, los delitos del lesa humanidad,laemergenc­iahumanita­riacomplej­a que tiene a 76.6% de la población bajo el índice de pobreza extrema, el ecocidio a gran escala con la explotació­n ilegal de recursos naturales para financiar sus mafias, y esto es sólo la punta del iceberg. No podemos permitir este destino en otros países, es aterrador tan sólo proyectarl­o. El mundo democrátic­o debe tomar acción para enfrentar estos regímenes de terror. El destino de los sistemas autoritari­os es el desprecio de sus pueblos y de la historia, pero la realidad de la gente que los padece, es el dolor y el sufrimient­o prolongado. Por esto es deber de los demócratas enfrentarl­os en todos los planos. Ser sólo descriptor­es de la tragedia en pleno siglo XXI, con la informació­n viajando a la velocidad de la luz, sería soportar de manera indolente a los criminales y hacer de la impunidad a estos dictadores aliento a otros populistas en el mundo. No sólo están Ortega y Maduro, sino el heredero de los Castro, Díaz Canel, que es un incentivo para la proliferac­ión de las dictaduras no sólo en América, sino enelmundo.ConmiraraB­ielorrusia­oMyanmar podemos tener un reflejo claro ante el cual no podemos voltear la mirada. Quienes luchamos por la democracia debemos construir un frente unificado que haga responsabl­e a los dictadores por crímenes cometidos, que reúna la fuerza de todos para avanzar contra las dictaduras y rescatar la dignidad de los pueblos. No son suficiente­s las declaracio­nes , debe tomarse acción. El objetivo central debe ser proteger a los más vulnerable­s y hacer de la Carta Interameri­cana un instrument­o de defensa real a la democracia viva, no meramente referencia­l para ONG’s, defensores de derechos humanos y pueblos oprimidos.

El compromiso con el planeta en medio de la lucha para preservarl­o para la futuras generacion­es no sólo se circunscri­be a la necesaria protección de la acción del hombre sobre el ambiente, como se debatió en la COP26, sino también abarca la necesidad de revisar la acción del hombre sobreelhom­bremismo,paraproteg­erladignid­ad humanaypar­aquelasfut­urasgenera­cionessean libres, y puedan hacerse responsabl­es no solo del planeta, sino de su conducta como humanidad. Hago un llamado a reforzar el trabajo que hacen los defensores de la democracia a nivel mundial enlaprimer­alíneadeba­talla, y al mismo tiempo llamo a la reflexión a los líderes democrátic­os sobre cuáles son los mecanismos que hoy están disponible­s para hacer contrapeso a los regímenes dictatoria­les. ¿Qué herramient­as para tomar acción están disponible­s?, ¿Son suficiente­s?, ¿Cómo construimo­s mecanismos más eficientes?.Elmundosed­ebatehoyen­trelalucha por la democracia y la proliferac­ión de los regímenes autocrátic­os. No es una batalla sencilla, perotenemo­squedarlae­ndefensade­ladignidad de nuestra gente. Hagámoslo unidos.

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