La Razón (Cataluña)

La corrupción hunde la popularida­d de Johnson Celia Maza. LONDRES

► Las críticas obligan al Gobierno a dar marcha atrás en su intento de cambiar el código ético del Parlamento para salvar a un diputado

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Major: «El modo en el que han manejado todo este asunto ha sido indigno de cualquier Gobierno»

Boris Johnson ha visto cómo su popularida­d ha caído en picado tras el escándalo de corrupción que salpica de lleno a su Gobierno, tras apoyar una enmienda para suspender la condena de un parlamenta­rio que había violado las reglas de Westminste­r con la excusa barata de que hay que cambiar las reglas de funcionami­ento del Comité de Ética de la Cámara de los Comunes. Tras la polémica, Downing Street dio uno de sus habituales volantazos y el diputado en cuestión terminó dimitiendo.

Pero el hecho de que Johnson se ausentara ayer del debate de emergencia que se celebró en la Cámara Baja para abordar precisamen­te este asunto tan solo ha incrementa­do las críticas. Un portavoz del Número 10 señal ó que el« p re mi er» tenía concertado desde hace tiempo una visita a un hospital del noreste de Inglaterra. El índice de aprobación del líder «tory» ha caído a «menos 20», según la última encuesta de Opinium. El 50% de los británicos no aprueba su gestión y los laboristas igualan distancias.

Todo comenzó el pasado miércoles, cuando el Ejecutivo obligó a sus filas a apoyar una enmienda que en la teoría buscaba cambiar las reglas de funcionami­ento del Comisionad­o de Ética de la Cámara de los Comunes, pero en la práctica quería anular el castigo de 30 días sin empleo y suelo impuesto por el comisionad­o independie­nte de estándares parlamenta­rios a Owen Paterson. El diputado había recibido 100.000 libras de compañías privadas, por hacer «lobby» a cambio de favores políticos.

Los propios «tories» no estaban cómodos con la postura que les había hecho tomar la dirección del partido. Prueba de ello fue que, pese a tener una mayoría absoluta de 80 escaños, el Ejecutivo sacó la enmienda por tan solo 18 votos. Y eso que la presión era importante. Según el «Financial Times», a los rebeldes se les había amenazado con quitarles fondos en sus distritos para colegios y hospitales.

Tras el gran revuelo montado, tan solo 24 horas después, Johnson pegó uno de sus ya habituales volantazos. Y Paterson –que defiende que no hizo nada en contra de las reglas– acabó dimitiendo. Pero el daño ya está hecho. Y aunque los colaborado­res de Johnson quisieron minimizar el escándalo como «una tormenta en una taza de té», no parece que el electorado, a juzgar por los sondeos, se haya tomado el asunto tan a la ligera.

Pero el quid de la cuestión va más allá. La gran pregunta es si ha llegado el momento de que a los diputados se les prohíba tener un segundo trabajo asesorando a empresas privadas. Porque la línea entre asesorar (algo legal) y hacer «lobby» para propio beneficio (algo ilegal) es demasiado fina.

Y este era uno de las cuestiones que se plantearon ayer en el debate de emergencia, un debate que ocupó grandes titulares, pero que no implicaba ninguna votación ni decisión vinculante. El ministro del Gabinete, Stephen Barclay, que intervenía en nombre del Ejecutivo en ausencia de Johnson, pidió disculpas por el «error» cometido. Pero el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, acusó al «premier» de haber dado «luz verde a la corrupción» y sostuvo que «se ha dañado a sí mismo», «a su partido» y «a la democracia». «Las puertas giratorias entre la oficina ministeria­l y el sector privado continúan girando a la máxima velocidad. Los ministros pueden estar regulando una compañía en un minuto y al siguiente estar trabajando para ella», dijo Starmer.

El representa­nte del Gobierno admitió que «existe preocupaci­ón sobre el sistema de estándares» que se utiliza para determinar si un diputadoha actuado con transparen­cia y aseguró que« escuchará» las propuestas de los parlamenta­rios.

El propio John Major, quien fuera «premier» conservado­r, asegura que «el modo en el que han manejado todo este asunto ha sido vergonzoso e incorrecto, indigno de cualquier Gobierno». «Han procurado sortear en varias ocasiones el control parlamenta­rio, yel‘speaker’ [presidente de la Cámara de los Comunes] ya ha expresado su frustració­n en muchas ocasiones, y con razón. Pero se han comportado también mal en otras ocasiones que quizá sirvan para afirmar que este Gobierno es políticame­nte corrupto», cargaba. Fue Major quien creó el Comisionad­o de Ética de la Cámara de los Comunes, tras el escándalo de los noventa, el llamado «cash for questions» (dinero a cambio de preguntas en la Cámara de los Comunes).

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AP El «premier» británico, Boris Johnson, visitó ayer un hospital en el norte de Inglaterra

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