Mirar al futuro en un ring de lucha libre
Londres acogió este fin de semana la vuelta de WWE a Europa, ante 10.000 fans sin distancia ni obligatoriedad de mascarilla Matías G. Rebolledo
CuandoCuando se decretó el confinamiento en el Estado de Florida, allá por la primavera de 2020, tan solo se permitieron tres tipos de actividad comercial: supermercados, farmacias y espectáculos de lucha libre. Todo tiene su explicación. Las razones, políticas por las relaciones del gobernador Ron DeSantis con la empresa líder del rubro en el mundo y cotizante en Wall Street, WWE, también se pueden medir en el terreno de lo emocional, explicando que el «wrestling» es una de las disciplinas artísticas con más arraigo en el sur del país.
Sea como sea, y desde que empezó la pandemia, algo tan aparentemento ajeno a nuestra actualidad idiosincrática como la lucha libre —no lo es si pensamos en todo el tejido que llenaba estadios y teatros antes del estallido de la Guerra Civil— ha sido un terreno pionero de la exploración de nuevos cauces. Desde la promoción de eventos virtuales, hasta la colocación de pantallas para simular la presencia de público en los estadios, WWE y el mundo del «wrestling» son la vanguardia de la adaptación a los condicionantes víricos.
El último capítulo de esta historia se vivió este mismo fin de semana en Londres, adonde llegó el espectáculo del alucha libreen el mis mí simoWemb ley Arena yan tela locura de 10.000 aficionados. Aunque ya estemos acostumbrados a las imágenes de los estadios de fútbol, a plena capacidad desde hace unas semanas, la imagen seguía siendo impresionante: después de casi dos años con «shows» condicionados por la pandemia, WWE organizó un espectáculo sin distancia de seguridad, ni obligatoriedad de mascarillas o certificado de vacunación. Aunque en todo momento se recordase la recomendación de llevar protección o de guardar un metro con los demás asistentes, lo cierto es que asistir al evento se convirtió, en cierto modo, en una especie de viaje al futuro. Ojalá al más inmediato.
Con el sector de los espectáculos en vivo ahogado en nuestro país, y pese al mal momento vírico que puede atravesar Reino Unido, las piruetas, golpes y silletazos de las superestrellas de WWE se podían sentir, además de muy fuerte y muy cerca, por primera vez, de forma «real» desde el inicio de la pandemia. En un estadio cerrado, y sin mascarillas en el horizonte visual, la nueva normalidad perdió su estrambótico apellido y las victorias de Big E—actual campeón absoluto de la empresa—, Becky Lynch o Randy Orton se rugieron con fuerza. Damian Priest, Campeón de Estados Unidos y luchador puertorriqueño que acaparó titulares el pasado abril al compartir cuadrilátero con el cantante Bad Bunny, reflexionaba para este diario: «Es extraño. Ya veces sur realista. Cuando estás enelring, se te olvida todo lo que ha ocurrido, todo lo que hemos peleado para llegar hasta aquí y poder volver a girar por el mundo, ahora sin apenas restricciones». Para alegría del público más joven, ese que celebró las entradas de Bianca Belair o Kevin Owens, quizá esto de la pandemia solo quede en un mal recuerdo y, a lo mejor, en un ejemplo de lo que está por venir.
Con sus combates con asistentes virtuales, WWE ha ido a la vanguardia desde el inicio de la pandemia