La Razón (Cataluña)

La dictadura de Ortega en Nicaragua

«El país se ha convertido en un negocio familiar, como sucedía en tiempos de la dictadura de Somoza»

- Francisco Marhuenda

DanielDani­el Ortega fue en su día uno de los mitos de una izquierda europea siempre ansiosa de encontrar iconos al estilo de sus amados Castro o Che Guevara. La realidad es que todos ellos no han sido más que criminales envueltos en mentiras ideológica­s cuando solo buscaban el perpetuars­e en el poder y conseguir beneficios personales. El antiguo líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional es ahora un dictador corrupto que ha ganado las elecciones con «solo» el 74,99% de los votos, aunque ha sido modesto y no lo ha hecho con el 99%. Por supuesto, detuvo a sus opositores con las acusacione­s más peregrinas. El pueblo nicaragüen­se no se merece un golfo de esta calaña, que es otro ejemplo del autoritari­smo de izquierdas que llega al poder por las urnas para luego apropiarse de él sin ningún miramiento y respeto por los derechos humanos. El país se ha convertido en un negocio familiar, como sucedía en tiempos de la dictadura de Somoza. Ortega ha sido reelegido junto con su esposa, la vicepresid­enta Rosario Murillo, y como ha sucedido en esos países desde que alcanzaron la independen­cia se han transforma­do en fincas al servicio de todo tipo de gentuza, no importan las ideologías, que las expolian de una forma grosera.

Es difícil aceptar el término progresist­a para definir a un ladrón sin escrúpulos y a un cruel carcelero que tortura a sus rivales. La ausencia de garantías democrátic­as muestra que Ortega es un digno heredero de Anastasio «Tacho» Somoza. Nicaragua es ahora una más de esas dictaduras cleptocrát­icas. La Revolución Sandinista, que tomó su nombre en recuerdo de Augusto César Sandino que había sido asesinado en 1934 por orden de los estadounid­enses, fue un proceso de lucha guerriller­a que consiguió finalmente derrocar a la dictadura de los Somoza, que llevaba en el poder desde 1937. El concepto de sucesión hereditari­a en algunos regímenes autoritari­os es muy interesant­e, como sucede ahora con Ortega al tener a su mujer como vicepresid­enta. Como se dice vulgarment­e, todo queda en familia. Hemos visto que esos procesos revolucion­arios, que se vivieron en Hispanoamé­rica, han sido protagoniz­ados por personajes corruptos y siniestros. Por cierto, eran los ídolos de los comunistas y antisistem­a españoles.

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