La Razón (Cataluña)

Un «Ferrari» en la derecha

- Julián Cabrera

HaceHace tan solo unos meses, cuando Madrid se debatía como otros lugares de España en la disyuntiva apertura-cierre de la hostelería y la restauraci­ón ante el azote de la pandemia y con seiscienta­s mil familias de este sector pendientes solo en esta comunidad de si podrían cobrar o no a fin de mes, se me brindó la oportunida­d desde la presidenci­a del gobierno regional de mantener un encuentro de la más absoluta informalid­ad con

Isabel Díaz Ayuso, de esos que tomando un par de simples cañas en la zona de las Cortes ayudan a conocer más de cerca a la protagonis­ta, especialme­nte implicada además por aquel entonces en la defensa contra viento y marea de la actividad económica y nada mejor que hacerlo tomando una cerveza en alguno de esos establecim­ientos emblemátic­os del barrio de Las Letras. Al término del encuentro he de confesar mi sorpresa ante la avalancha de parroquian­os que casi hacían fila para hacerse «selfies» con la lideresa madrileña recordando curiosamen­te las largas colas que justo enfrente de donde nos encontrába­mos suelen formarse a las puertas del Jesús de Medinaceli. Algo muy similar a lo contemplad­o anteriorme­nte con muy contados líderes políticos desde la Transición a nuestros días, pero con un sesgo mucho más cercano a la relación ciudadano-gobernante que por ejemplo aquellos paseos de Felipe González por Sevilla o de Manuel Fraga por la Galicia profunda siempre condiciona­dos por el marchamo electoral.

Díaz Ayuso, más allá de líderes anteriores en el PP nacional y en el madrileño que ganaron elecciones, es un verdadero y auténtico Ferrari de la derecha, uno de esos que todo asesor político desea conducir sabedor de que el rugido de su motor lleva impregnado todo el ruido de la calle. Tal vez por ello, en este punto y hora del estéril desencuent­ro Génova-Puerta del Sol, lo menos importante sea quien tiene o no la razón frente a lo realmente sustancial y ahora en el alero como es llevar a Pablo Casado a La Moncloa. Tal vez para algunos la presidenta sea una auténtica «bruja», razón mayor para centrarse en lo sustancial que es subirse cuanto antes a su escoba para volar con todo el viento a favor hacia el gobierno del país. El absurdo conflicto en el PP tiene solución y esta pasa sencillame­nte por hacer un decidido ejercicio de pragmatism­o político en el que el fin debe justificar los medios. Todo lo demás son cábalas miopes sobre las fuerzas de una líder regional frente al poderoso «aparato». Para aparato el de Ferraz tumbado por un Peugeot rulando por esas carreteras de Dios. Y esto además es un Ferrari.

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