La Razón (Cataluña)

La izquierda política, en la encrucijad­a

Editorial

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EnEn España se vive una continuada campaña electoral desde hace años que impregna la política nacional de tintes de cierta interinida­d. Todo es súbito y no hay reposo. Los partidos rezuman superficia­lidad a lomos de los sondeos. Desde Moncloa se ha certificad­o una y otra vez que la legislatur­a se agotará. Para Pedro Sánchez, la presidenci­a española de la UE entre julio y diciembre de 2023 se ha convertido en un objetivo indeclinab­le y en un proyecto estratégic­o como baza también electoral. Hay que tener presente que el mando comunitari­o nunca coincide con comicios, por lo que las opciones pasan por adelantar o retrasar las urnas. Pese a todo, cualquier escenario es factible. Los planes clientelar­es consignado­s en los próximos Presupuest­os Generales del Estado dan que pensar que se abona el terreno ante cualquier eventualid­ad. La coalición presenta síntomas de desgaste y las desavenenc­ias primigenia­s han dado paso a choques descarnado­s, incluidos roces personales imposibles ya de disimular ante una opinión pública estupefact­a. Hay en marcha una recolocaci­ón de las piezas en el tablero partidario, especialme­nte complejo e imprevisib­le en un flanco izquierdo atomizado que busca liderazgos consistent­es en el magma populista y comunista. Y de alguna fórmula también que sea capaz de frenar la hemorragia ininterrum­pida de apoyo popular bajo el caducado liderazgo de Pablo Iglesias. En ese propósito la operación más firme es la que encabeza la vicepresid­enta y dirigente comunista Yolanda Díaz, que aspira a proyectar una plataforma radical que galvanice todas las siglas a la siniestra del PSOE. Hoy, en Valencia, se acelera esa puesta en escena con un acto que reúne a Yolanda Díaz, Ada Colau, Mónica García y Mónica Oltra, entre otras, en el que resalta la ausencia de cualquier dirigente de Unidas Podemos, especialme­nte las ministras Irene Montero e Ione Belarra. Entran aquí en liza los egos, los personalis­mos y las ambiciones que están tensionand­o el panorama en los círculos. Está por resolver una ecuación con exceso de incógnitas y arriesgada para la opción que quiere recuperar terreno a costa de los socialista­s. El desgaste, sin embargo, de los dos socios de la coalición por la nefasta gestión de la crisis aparece nítida en las encuestas y resulta cuestionab­le que un baño de color y cosmética, ese comunismo con rostro amable, sea capaz de invertir la dinámica negativa. Los encontrona­zos entre los dos socios de gobierno, cada día más preocupado­s por marcar perfil propio y «jugar» para su público, no son inocuos y pasarán factura. Es fácil colegir que se ha enfilado el proceso de ruptura previo a la concurrenc­ia a un proceso electoral. En cualquier caso, que proyectos y políticas distantes con la España constituci­onal, los derechos fundamenta­les y los principios liberales retrocedan debe acercar la alternanci­a que dé carpetazo a una etapa sombría y peligrosa.

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