La historia como arma Tomás Torres Peral
DesdeDesde que Clausewitz nos aclaró quelaguerraeslacontinuación de la política por otros medios, la cosa bélica no ha hecho más que complicarse. Hoy día, la guerrayla políticasonindisociablesy,además, en ocasiones es difícil distinguirla de la paz. El concepto de guerra se ha transformado con los tiempos y, en la actualidad, guerra y paz no son términos antitéticos.
La guerra se ha diversificado, se ha tecnificado y se ha complicado enormemente, de tal manera que actualmente no tiene un único significado. Es posible hablar de muchos tipos de guerra. El concepto tradicional de guerra abierta y declarada, con dos ejércitos nacionales en confrontación en un campo de batalla, ha quedado superado. Hoy día nadie declara la guerra, simplemente la hace. El campo de batalla se ha universalizado y cualquier lugar, físicoo cibernético,einclusoelespacio,esapto para plantar batalla e infligir una derrota al enemigo. En estos tiempos puede que algunos de los beligerantes no sean ejércitos, ni representen a un Estado. Al Qaeda es un buen ejemplo. Son las llamadas guerras de cuarta generación. El concepto de misión de paz tampoco es exacto, preciso y contrapuesto al de misión deguerra,sinoparcialmentecoincidentes,con zonas de intersección no bien delimitadas, como fue el caso de Afganistán.
Con las armas ha pasado lo mismo. Tradicionalmenteestaseranmáquinasletales,construidasconlafinalidaddedestruironeutralizar físicamente a los ejércitos. La cosa ha cambiadoyhoydíapuedeserconsideradocomoarma todo aquello que resulte eficaz para doblegar la voluntad del enemigo, no solo la de su ejército, sino de su gobierno o, incluso, de su población. Las medidas económicas no solo se usan como acción de castigo al contrario, sino que también pueden tener un aspecto debilitador de sus capacidades militares. En este conceptoampliodearmatieneencaje,además de la economía, la propaganda, la energía, la psicología, etc…y también, la Historia.
En efecto, la Historia como ciencia, con la finalidaddedesarmarmoralointelectualmente y, en general, de vencer la voluntad de una población a la que se quiere doblegar, constituyeunaeficazarma. constituyeunaeficazarma. La«leyendanegra»creada y difundida por algunos imperios europeos contra el español es un claro precedente.
Manuel Moreno Fraginals es el mejor historiador cubano del siglo XX, vinculado a la causa castrista, fue un firme defensor del marxismohastaquedefraudado,comootrosmuchos, se apartó de la revolución cubana y pidió asilo político en EEUU, donde pudo escribir sin temor a la censura su principal obra: «Cuba/España, España/Cuba: historia común».
En su época más militante y comprometida escribió un ensayo dedicado al Che Guevara, llamado «La Historia como arma», que da título a estas líneas y en donde se preguntaba «cuál debe ser la función de un historiador en la sociedad socialista». La respuesta fue clara: «no se puede vivir en la sociedad nueva [socialista] con las viejas concepciones históricas».
El entonces revolucionario Moreno Fraginals consideraba que la Historia, junto con la religión y las leyes, formaban la superestructura de una sociedad. En una socialista esa superestructuradebíasercambiada.Así,lasleyes se derogan y los mitos religiosos se destruyen (¿le suena?), pero la Historia permanece. Consecuentemente, en una nueva sociedad socialista, la Historia debe ser revisada como objetivo prioritario con los nuevos historiadores y con los nuevos esquemas históricos. A la revolución marxista no le sirve la «historia burguesa», a la que hay que combatir con el arma de la «nueva Historia».
Para Fraginals, la nueva Historia es el arma que necesita la Revolución. «Sin una reinvestigación del pasado no puede hablarse con absolutaprobidadintelectualdelanuevahistoria cubana ni de interpretación materialista», detalla para que no quede duda de su opinión de la Historia al servicio de la Revolución,
Nos podemos plantear si el revisionismo histórico que trata de imponer un relato único y sesgado del pasado, con intenciones de inhabilitar al adversario político o de blanquear grupos terroristas derrotados por el Estado de Derecho, forma parte de ese concepto de «Historia como arma», que sigue estando presente en determinadas ideologías políticas,
Ambas actitudes son grandes errores políticos, y además, evidentes ilícitos morales que hunden sus raíces en la falta de respeto a la verdad y en el desprecio a sus víctimas, constituyendo manifiestos actos antidemocráticos contra una parte muy significativa de la sociedad, pretendiendo su deslegitimización y neutralización política y social, contrarios al principiodeJusticiaydepluralidadpolítica,propios de toda democracia digna de tal nombre.
Puede que en un sistema político totalitario la Historia sea un arma eficaz para imponerse y mantenerse en el poder, pero en un Estado de Derecho la Historia no debe estar al servicio de lapolíticanidesusdirigentes,despreciandolos máselementalesvaloresyprincipiosdemocráticos.