La voz interior de un Lobo Antunes sin comienzo ni final
► El autor cuenta la historia de una actriz que ha alcanzado el éxito pero que ve cómo el olvido se apodera de ella
tengo personajes», dijo Lobo Antunes en 2014. Se podría añadir que tampoco hay aquí tramas, ni introducción, nudo o desenlace. Se trata de vagabundeos sobre la vida, íntima o colectiva, contada desde una voz interior, casi siempre errática, que recurre a otras convocadas por la memoria en sus momentos de fracaso o luminosidad hasta llenar una oquedad que va adquiriendo sentido. Sin comienzo ni final. Solo una senda que el lector coge a tientas hasta ser engullido. El libro se encuentra entre esos dos puntos del itinerario. Así sucede en esta llamémosla novela, o «ejercicio de ambición», que forma parte de un todo continuo. Un único libro escrito en muchísimas entregas, aspirando a la juanramoniana manera de un poema unitario.
La historia se desarrolla en el espacio más privado de una mujer cuya identidad se revela a espasmos mientras su identidad se diluye. Se trata de una ex actriz de 78 años que en su juventud experimentó un éxito moderado y se casó dos veces. La primera por conveniencia y, la segunda, digamos que por desinterés. En el actual proceso de degeneración, recuerda lo que le pasó en sus días de infancia, las salidas con su pa«No dre, su carreta, las bodas... Todo ello, siendo «Doña Celeste», «hijita», «niña», «esposa del tío» o «mi señora», según el tiempo cronológico o el interlocutor. El mundo bajo la confusión de un cerebro que se licúa en el mayor escenario de su vida: su propia historia.
Varios mundos, una voz
Las sensaciones y los aconteceres están dentro del libro, pero el libro es otra cosa, porque el esqueleto no es un ser humano. Están dentro de ella, mas no son su esencia. Aunque la novela analiza cosas, es la voz quien construye cada línea que se organiza y fluye, arrastrando hacia sí otras hasta convertirse en una sola. No busquen polifonía porque no la hay, sino una monofonía en distintos registros de la misma voz para atraer hasta la narración lo que encuentra por el camino.
Como todas las novelas del autor, hallamos gestos radicales que no obedecen a nada externo, solo a las exigencias de esa voz en esta forma voraz de aprehender y devolver el mundo. Como si cada novela de él mirara diferentes realidades y las sometiese a un único tratamiento. Es ahí donde se desarrolla la batalla decisiva del escritor con mayúsculas y, diría yo, de toda la literatura.