La hybris de Sánchez
Opinión Tomás Gómez
PedroPedro Sánchez ha entrado en una crisis de confusión ideológica porque, en lugar de buscarla confluencia de los electorados situado sala derecha ya la izquierda del PSOE con la socialdemocracia, ha optado por la migración ideológica del socialismo hacia ellos.
El problema del líder socialista es que el electorado no sabe cuál es su verdadera ideología, cosa que probablemente tampoco sabe el propio Sánchez. Ha demostrado que está dispuesto a todo por el poder. También, que no se fía de sus equipos. José Luis Ábalos llegó a realizar insinuaciones graves, como cuando espetó que los escoltas deben estar para dar seguridad al escolta doy no para vigilar le.
Nadie conoce las profundas razones que mueven al líder socialista a convertir en cenizas todo lo que toca, pero lo hace y lo saben sus cercanos. Tiene una capacidad destructiva extraordinaria, ejerce el poder en solitario, como un auténtico César y asegura que nació de la democracia directa, pero llegó a la dirección socialista porque fue designado a dedo por los barones del PSOE. Todo esto le convierte en un personaje contradictorio y es lo que percibe el electorado de izquierdas. La osadía que demuestra en muchas decisiones no compensa la falta de empatía que despierta. La consecuencia es que Sánchez está cada día más lejos de una mayoría holgada y, por tanto, de la presidencia.
El primero en apuntar a Yolanda Díaz como presidenciable fue Iván Redondo. Gana con la reforma laboral, y Sánchez no rasca un voto de la izquierda, además de no convencer a los moderados. Es evidente que preside una coalición de gobiernos.
Nadie sabe qué quiere Sánchez en el asunto de las eléctricas o en el de la reforma laboral. Como reza el famoso proverbio antiguo, atribuido a Eurípides, que define la hybris o castigo divino: «Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco».